Dieciséis años atrás, Caroline Crale fue condenada por asesinar a su esposo, el pintor Amyas Crale, cuando éste estaba a punto de abandonarla por una mujer más joven. Tras morir en prisión, Caroline dejó una carta a su hija de cinco años, Carla, reafirmando su inocencia. Ahora Carla sabe que necesita la ayuda del mejor detective del mundo para volver al pasado y hallar al verdadero asesino, honrando así la memoria de su madre.
Hércules Poirot someterá a sus peculiares interrogatorios a cinco sospechosos: a Elsa Greer, la última amante del difunto; a Angela, la hermanastra de Caroline; a la señorita Williams, la institutriz; y a los hermanos Blake, uno de ellos agente de bolsa y el otro aficionado a la botánica. Todos cuentan con una coartada sólida, pero uno de ellos miente. ¿Quién será el asesino?
Hércules Poirot nunca habría pensado tener que visitar al dentista dos veces en un día. El motivo de la segunda visita fue, no obstante, bien distinto al de la primera. El famoso detective acude esta vez para examinar el escenario de un aparente suicido, el del dentista, cuyo cuerpo ha sido hallado en la consulta.
¿Por qué decidiría un dentista de éxito acabar con su vida en plena jornada? ¿Cuál es la relación de uno de los pacientes del doctor con su muerte? Le corresponde a Poirot llegar al fondo de la cuestión.
Año 2.000 a. de C., Egipto, lugar en el que la muerte da sentido a la vida. A los pies de un acantilado se encuentra el cuerpo destrozado y retorcido de Nofret, la concubina del sacerdote de Tebas, Imhotep. Joven, hermosa y de lengua viperina, la mayoría estaría de acuerdo en que ha sido el destino: ¡merecía morir como una víbora!
Desde ese instante una maldición parece cernirse sobre los miembros de la familia de Imhotep, víctima de una serie de asesinatos. Pero Renisenb, la única hija de Imhotep, su sabia abuela y el escriba del clan sospechan que detrás de las muertes no se encuentra el espíritu de la concubina que ha vuelto para vengarse, sino un asesino bastante más terrenal.