La novela emblemática de la picaresca española
Edición de Florencio Sevilla Arroyo, catedrático de Filología Española en la Universidad Autónoma de Madrid
El Lazarillo de Tormes inauguró el genero de la novela picaresca. Relata las desventuras que un joven de origen humilde sufre al servicio de sus amos, entre los que se cuentan un ciego, un clerigo y un hidalgo pobre. Los avatares por los que pasa Lázaro son un magnífico pretexto para plasmar una ácida crítica a la sociedad de la epoca. Asimismo, el tratamiento de la anecdota, el lenguaje sobrio y eficaz, y una nueva concepción en el uso de los personajes propiciaron una renovación en la literatura del momento.
Esta edición incluye una introducción que contextualiza la obra, un aparato de notas, una cronología y una bibliografía esencial, así como propuestas para fomentar el debate en torno a la lectura. Está al cuidado de Florencio Sevilla, catedrático de literatura española de la Universidad Autónoma de Madrid.
"Yo le satisfice de mi persona lo mejor que mentir supe, diciendo mis bienes y callando lo demás."
Irreales, inquietantes, tocados con el hálito de lo fatal, estos doce relatos son un viaje por diversas ciudades de un mundo que se ve trastocado por la nostalgia, el desarraigo del exiliado o la simple presencia de lo insólito. Un presidente que planea el regreso al país que lo derrocó, un castillo cuyo dueño se niega a abandonarlo a pesar de no encontrarse ya entre los vivos, una intérprete de sueños, una prostituta que se prepara para morir sin saber que la vida todavía le tiene sorpresas, entre otros personajes únicos, desfilan en estas páginas inolvidables.
Antígona, hija del rey Edipo, se debate entre ceñirse a la ley impuesta o infringirla para honrar a su difunto hermano
Antígona está basada en el mito de la mujer que se atrevió a enfrentarse a los hombres para lograr sus propósitos. En esencia, la trama de la obra plantea una reflexión sobre la tiranía, las razones del estado y los dilemas de conciencia. Representada por primera vez en el año 442 a.C., Sófocles utilizó personajes arquetípicos para contraponer dos nociones opuestas del deber: el respeto a las normas religiosas frente a las civiles, caracterizadas unas por Antígona y las otras por Creonte.
Esta edición cuenta con la traducción y el prólogo Luis Gil, profesor emérito en la Universidad Complutense de Madrid. Incluye, además, el estudio en forma de epílogo realizado por los profesores de comunicación audiovisual de la Universidad Pompeu Fabra Jordi Balló y Xavier Pérez.
«Y ¿qué derecho divino he transgredido? Mas ¿por qué he de poner, desdichada de mí, mi vista aún en los dioses? ¿A qué aliado puedo invocar?»
En mayo de 1867 un grupo de hombres inician un viaje a través de la India en un fantástico medio de transporte: un vehículo con tracción a vapor acondicionado como vivienda. La enemistad entre el coronel Munro y Nana Sahib, sanguinario líder de la rebelión de los cipayos, así como la caza del tigre, constituyen los ejes narrativos de esta espléndida novela que es, a la vez, un viaje hacia lo más hondo de la aventura. La mayor parte de la obra de Jules Verne se reviste de un fuerte componente científico en el que, a menudo, reside la clave de la historia. La casa de vapor, magníficamente traducida aquí por Héctor López Gómez, no es una excepción a la regla. De este modo, la introducción del físico nuclear y divulgador Charles-Noël Martin supone una aportación única para el presente volumen.
La ironía, la honda melancolía y la inconfundible mirada desencantada de Oscar Wilde impregnan cada una de estas páginas, erigiéndose como monumento paródico y duramente crítico hacia la sociedad victoriana de finales del siglo XIX. Todo ello esbozado con un estilo único, patente desde las sátiras de «El crimen de lord Arthur Savile» y «El fantasma de Canterville» hasta los cuentos de hadas como «El Príncipe Feliz», «El ruiseñor y la rosa» y «El gigante egoísta». El presente volumen reúne toda la narrativa breve del autor irlandés, vertida por el maestro Julio Gómez de la Serna-.
«-Anda,niña: dinos quién fue. Ella se demoró apenas el tiempo necesario para decir el nombre. Lo buscó en las tinieblas, lo encontró a primera vista entre los tantos y tantos nombres confundibles de este mundo y del otro, y lo dejó clavado en la pared con su dardo certerom como a una mariposa cuya sentencia estaba escrita desde siempre.-»