En solo treinta segundos tu vida puede convertirse en una pesadilla
Si hay algo peor que una pesadilla es que esa pesadilla se repita. Y entre nuestros peores sueños, los de todos, pocos producen más angustia que un niño desaparezca sin dejar rastro.
Eso es precisamente lo que ocurre al principio de esta novela: en un centro comercial, en medio del bullicio de una tarde de compras, un depredador acecha, eligiendo la presa que está a punto de arrebatar. Esas pocas líneas, esos minutos de espera, serán los últimos instantes de paz para los protagonistas de una historia a la que los calificativos comunes, «trepidante», «imposible de soltar», «sorprendente», le quedan cortos, muy cortos.
Porque lo que hace Carme Chaparro en No soy un monstruo, su primera novela, es llevar al límite a sus personajes y a sus lectores. Y ni ellos ni nosotros saldremos indemnes de esta prueba. Compruébenlo.
Ruth está en caída libre. Acaba de descubrir que la vida, un día cualquiera, puede golpearte tan fuerte que todos los problemas anteriores te resulten insignificantes.
Será entonces cuando Ruth se refugie en un juego muy especial, cuyas normas solo puede marcar ella misma. Es un juego antiguo y peligroso, que casi todos hemos probado o deseado probar alguna vez. El juego de dejar de ser ella y convertirse en otra por las noches.
Electra lleva una peluca roja y sabe atraer todas las miradas. Sus noches se miden por orgasmos y la invitan a las fiestas más salvajes. Electra no tiene miedo de nada, mientras que Ruth vive muy asustada; por eso le cuesta tanto volver a ser ella al quitarse la peluca. Cuanto más profundo es el dolor, mayor es el engaño. ¿O es al revés?
«¿Qué es lo evidente?, te preguntarás. Lo evidente es que todo forma parte de un plan maestro para que las almas se encuentren».
Así comienza el enigmático manuscrito que el hombre de las gafas redondas entrega a Ruth en el momento más desconcertante de su vida. Entre sus páginas, ella encontrará un hilo del que tirar para deshacer su madeja de disfraces y mentiras.
¿Quién es ese desconocido que aparece y se desvanece como por arte de magia en las noches más locas de Madrid? ¿Por qué se tropieza siempre con él en esas madrugadas de polvos blancos y pastillas del amor? ¿Pueden dos almas sincronizarse con un choque de pupilas?
En el subsuelo de Londres, como debajo de cada gran ciudad, existe un mundo desconocido e invisible, plagado de extraños seres, en el que sobrevivir depende de abrir las puertas adecuadas...
Hay mundos bajo tus pies, espías bajo las escaleras y formas que esperan al otro lado de los portales, que solo has atisbado en tus sueños. Tras leer Neverwhere nunca volverás a pasar por los sombríos lugares del mundo moderno con la misma confianza infantil.
Una emotiva historia que nos enseña que el mejor viaje de la vida es el amor.
Eva es una mujer independiente, segura de sí misma y está muy unida a su adinerada familia, a pesar de que sus hermanos, en ocasiones, no se lo pongan nada fácil. Tras un fracaso amoroso en el pasado, decidió volcarse en sus restaurantes, y es su trabajo de chef lo que llena su vida.
Marc Sarriá, más conocido como doctor Sarriá, es un prestigioso y querido cirujano oncólogo en un hospital privado de Madrid. Hace unos años tomó la decisión de vivir el presente y no plantearse el futuro más allá del día a día.
Los caprichos del destino hacen que dos personas tan distintas como Eva y Marc se conozcan una tarde en una azotea y terminen la noche como nunca imaginaron. De pronto y sin proponérselo, ¡acaban convirtiéndose en inseparables! Eva se da cuenta entonces de que existe vida más allá del trabajo, de que la presión, si la controlas, no hunde sino ayuda, y de que el amor, cuando se trata de amor verdadero, es ineludible.
Hay momentos que deberían ser eternos, llenará tu corazón de emociones y te hará sonreír con esas pequeñas cosas que convierten la vida en algo maravilloso.
En abril de 1657, tras ser encarcelado en varias ocasiones y merecer castigos cada vez más severos por parte del tribunal de la Inquisición, el fraile Diego La Matina pasó de la exasperación a la locura hasta, finalmente, asesinar al inquisidor del reino de Sicilia, Juan López de Cisneros. Sin embargo, el caso del hereje La Matina, envuelto en la oscuridad, distorsionado por la leyenda, nunca llegó a esclarecerse, pues jamás se supo el «pecado» por el que fray Diego fue condenado en sus inicios. Vivamente interesado por este caso, y «porque la Inquisición está lejos de haber dejado de existir en el mundo», Leonardo Sciascia examinó los documentos de la época para averiguar cuál fue la herejía de fray Diego. Tal vez, se plantea Sciascia, fray Diego fue un hombre avanzado a su tiempo, con una visión poco ortodoxa del Evangelio y que murió víctima de los efectos no deseados de la represión del Santo Oficio, que «lograba hacer de un hombre religioso un hombre absolutamente irreligioso, radicalmente ateo».