La premio Pulitzer y candidata al Nobel Annie Dillard ha dedicado su vida a examinar el mundo a su alrededor con los ojos bien abiertos, bebiendo la vida de manera intensa e implacable. Ya sea observando un sublime eclipse lunar o una polilla consumida en la llama de una vela, el temblor de los nenúfares en un estanque o cientos de mirlos de alas rojas que huyen, el asombro de Dillard ante la fragilidad del mundo natural rejuvenece e inspira placer y angustia. Precisa en el lenguaje y profundamente meditativa en espíritu, esta es una colección histórica de una de las maestras de Estados Unidos.
Se extinguió en lo más crudo del invierno: los arroyos estaban congelados, los aeródromos casi desiertos, y en las plazas la nieve desfiguraba las estatuas; el mercurio se hundió en la boca del día moribundo. Los instrumentos de que disponemos coinciden en decirnos que el día de su muerte fue un día oscuro y frío.
Se extinguió en lo más crudo del invierno: los arroyos estaban congelados, los aeródromos casi desiertos, y en las plazas la nieve desfiguraba las estatuas; el mercurio se hundió en la boca del día moribundo. Los instrumentos de que disponemos coinciden en decirnos que el día de su muerte fue un día oscuro y frío.
París, octubre de 1942. Un hombre y una mujer se conocen durante la ocupación de la ciudad. Ella es belga; él, judío. Se casan y tienen dos hijos, uno de los cuales es Patrick Modiano. Durante veinte años viven juntos, pero llevan vidas paralelas. A su alrededor, un mundo extravagante, lleno de personajes que aparecen y desaparecen y que ocupan las habitaciones del apartamento: hombres de negocios cuyas tareas son siempre indefinidas y misteriosas, cínicos aprovechados y estetas de pacotilla, actores mediocres y actrices de tres al cuarto, directores ya consagrados y amantes de personajes famosos, alcahuetes y aristócratas decadentes de dudosa sexualidad. Todos tratan de huir de la guerra y las deportaciones, y de arreglárselas como pueden en la difícil posguerra.
En estas páginas aparece un universo de rostros que Modiano intenta rescatar de las profundidades de la memoria para trazar un pedigrí imposible e indefinido. Pero también un cuadro de una época extraña en la que se presiente el desastre, y en la que los hombres parecen habitar la ciudad como si de una estación de trenes se tratara. Por primera vez, Modiano narra su infancia y su juventud en primera persona. Un texto autobiográfico clave para entender la obra de este autor extraordinario.