Desde niña, Holly ha tenido que cuidar de su hermano y comportarse como la madre responsable que nunca tuvieron. Día tras día intenta dar normalidad a sus vidas, aunque toque salir corriendo y empezar de cero. Por la felicidad del pequeño Roni está dispuesta a todo, incluso a renunciar a sus propios sueños.
Las dificultades y desengaños que ha soportado le han hecho creer que el amor no es para ella y la han transformado en la persona desconfiada que es. Pero todo cambiará cuando conozca a su nuevo vecino, un atractivo bailarín rubio de ojos azules llamado Gonzalo. Holly se esforzará para ver todos sus defectos, pero ha dado con el chico perfecto y, sin poder remediarlo, ya se está enamorando de él.
Las malas lenguas de la alta sociedad inglesa estarían encantadas de saber que una dama como lady Phoebe Fairchild ha tenido que montar su propio negocio para salir adelante. Por eso, cuando esta se ve obligada a coser para las hermanas de William Darby, vizconde de Summerfield, decide adoptar una personalidad ficticia y convertirse en madame Dupree. Phoebe descubre que su atracción visceral por el vizconde es correspondida cuando el le propone que sean amantes. A medida que crece el deseo del uno por el otro, tambien aumentan los riesgos ¿Conseguirá Phoebe que el vizconde la siga amando cuando descubra su verdadera identidad?
En esta segunda recopilación poética de María Acuña se amplía el abanico de poemas dedicados al amor que, en sus varias versiones, formaban parte ya de Poesía descalza. Si en la Antigüedad los griegos llegaron a distinguir hasta diez tipos de amor, son cuatro los que predominan en la obra de Acuña: Eros, Storgé, Philia y Agápē. Eros es el amor sexual, Storgé el amor fraternal entre padres e hijos, maridos y esposas, entre hermanos; Philia amor hacia el prójimo y afecto entre amigos, Agápē es el amor abnegado que nos insta a la acción y busca el bienestar de los demás. Poesía descalza oscilaba con fluidez entre estas cuatro definiciones del amor y consta de veinte poemas con tres marcadas unidades temáticas: amor y desamor, guerra y paz, campo y naturaleza. En cambio, en Por la vida siento la fuerza Acuña le echa un pulso a Eros. Ahora todo es verbo y cuerpo, esperanza y desengaño, ansia y embriaguez, condena y cárcel; las diferentes formas de amar no se pierden, pero sí se supeditan al amor erótico. En los ochenta y nueve poemas que conforman este libro prevalece la intimidad sexual, aunque las demás acepciones del amor asomen tras muchos de sus versos.
La agente del FBI Nell Flynn no ha regresado a casa en diez años. Nunca tuvo mucha relación con su padre, el detective de homicidios Martin Flynn, y el condado de Suffolk siempre estará inundado de recuerdos de su madre, quien fue brutalmente asesinada cuando ella tenía solo siete años. Cuando su padre fallece en un accidente, Nell regresa a la casa donde creció y a instancias del compañero de su padre, el detective Lee Davis, acaba involucrándose en una investigación sobre los asesinatos de dos mujeres en Suffolk. Cuanto más profundiza, más probable le parece que su padre sea el principal sospechoso y que sus amigos en la fuerza policial estén cubriendo sus huellas.
Una agente del FBI enfrentada a una pregunta imposible: ¿y si el principal sospechoso de un asesinato… es tu padre?
Supongamos que lo tienes todo: fama, dinero, reconocimiento profesional, una rica vida social... Y lo dejas todo. Pero lo dejas de verdad. Te vas a vivir a una cabaña abandonada, sin electricidad, sin ninguna de las llamadas «comodidades modernas», a 25 km de cualquier ser humano, en plena naturaleza. Y pasan los meses, y pasan los años, y decides que ésa es tu vida. Y te quedas.
Supongamos que llevas años trabajando en la televisión, presentando un programa en 'prime time'. Lo tienes todo: fama, dinero, reconocimiento profesional, una rica vida social... Pero sientes que algo hace 'crack'. Y lo dejas todo. Pero lo dejas de verdad. Porque sabes que arrastras una herida profunda y muy antigua que ni la fama ni el dinero ni los reconocimientos han podido sanar. Y es hora de ocuparse de esa herida. Ésta es la historia de Beatriz Montañez. Ella decidió irse a vivir a una cabaña de piedra, antigua casucha labriega, que llevaba ya varias décadas abandonada.