La chocolatera Lotte Bonnet vive feliz en el sur de Limburgo con su marido Emil, un exrefugiado de Bosnia. Tras el cáncer que su esposo acaba de superar, nada la prepara para la noticia que está por llegar: Emil se ha suicidado mientras hacía el
Camino de Santiago para celebrar su recuperación.Todavía devastada, once meses despues Lotte viaja a Bosnia con la intención de esparcir las cenizas. Allí descubre que Emil mintió sobre su identidad. Llena de preguntas, decide hacer el Camino ella misma, según la ruta y la planificación de Emil. Quiere saber que lo impulsó a cometer ese acto de desesperación. Pero alguien la sigue, alguien que no quiere que descubra la verdad.
Dos bebés son abandonados en un orfanato de Montreal en el invierno de 1914. Pronto, sus talentos emergen: Pierrot es un prodigio del piano; Rose ilumina hasta la habitación más triste con su baile y su comedia. Mientras viajan por la ciudad para actuar frente a familias acomodadas, los niños se enamoran e idean el espectáculo más extraordinario y seductor que el mundo haya visto.
Al llegar a la adolescencia y con la irrupción de la Gran Depresión, Rose y Pierrot son separados y enviados a trabajar como sirvientes. Sin saber nada el uno del otro, ambos se ven forzados a descender al inframundo para sobrevivir. Hasta el esperado día en que vuelven a encontrarse y sus sueños de infancia cobran vida de nuevo.
El 8 de enero de 1982, la escultora colombiana Feliza Bursztyn murió en un restaurante de París. Tenía cuarenta y ocho años. En el momento de su muerte repentina la acompañaban su marido y cuatro amigos. Uno de ellos, el escritor Gabriel García Márquez, publicó días después un artículo que incluía tres palabras en apariencia simples, pero misteriosas en el fondo: «Murió de tristeza».
Juan Gabriel Vásquez parte de esas palabras para investigar en la vida secreta o desconocida de una mujer extraordinaria. Feliza Bursztyn se enfrentó siempre a la sociedad en la que le tocó vivir. Hija de una pareja de judíos expatriados en Colombia, artista revolucionaria en un tiempo de revoluciones políticas, mujer de espíritu libre en un mundo que desconfiaba de la libertad de las mujeres, llevó una existencia que puso en escena las grandes tensiones del siglo XX y, sobre todo, el deseo de ser dueña de sí misma.
En Los nombres de Feliza el autor funde con maestría la autobiografía, la realidad y la imaginación para entregar al lector una ficción asombrosa y desgarradora sobre cómo la vida íntima de un ser humano se ve inevitablemente arrollada por las fuerzas de la historia y la política.
Es la hora de restaurar el honor familiar. Es la hora de culminar la venganza.
Tras el auto de fe que le ha dejado huérfano, Alonso acude a la Inclusa para recuperar a su hermano Diego, pero allí enfrenta la peor de las noticias cuando le comunican que el niño murió al poco de ingresar. Roto de pena, se apoya en sus amigos, Juan y Antonio, quienes le ayudan a superar esta nueva pérdida introduciéndole en el duro pero fascinante mundo de la picaresca.
Una noche rescatan de un atraco a don Gonzalo Soto de Armendía, marqués de Velarde, quien los recompensa incorporándolos al servicio de su casa. Este nuevo vuelco en la vida de Alonso le abrirá las puertas de otro Madrid muy distinto al que conoce, el de la aristocracia; le sumergirá en un sinfín de aventuras y desventuras; le pondrá en el camino a personas que marcarán su futuro y también su pasado, y, sobre todo, le brindará la oportunidad de consumar su venganza y al fin restaurar el honor de los Castro.
Tras perderse en el mar, el inglés John Blackthorne despierta en un lugar que pocos europeos conocen y menos aún han visto: Japón. Inmerso en la hermética sociedad nipona del siglo XVII, una tierra en la que la línea que separa la vida de la muerte es muy fina, Blackthorne debe enfrentarse no sólo a un pueblo extranjero, con costumbres e idioma desconocidos, sino también a sus propias definiciones de moralidad, verdad y libertad.
A medida que las luchas políticas internas y el choque de culturas conducen a un conflicto aparentemente inevitable, la pasión y la pérdida ponen a prueba a Blackthorne, que se debate entre dos mundos que cambiarán para siempre.
Qué difícil es para un gato lidiar con los seres humanos. Son inestables, irracionales, indecisos, una especie a observar con desconfianza. Richard Gold no es la excepción: lo tiene todo, pero pasa el tiempo en el sofá en bata, bebiendo, mientras ve torneos de dardos. Hasta el día en que aparece Frankie, un gato callejero, feo y descarado que pone su vida patas arriba. A pesar de que Gold es insoportable, Frankie lo elige: Richard será su humano. Tal vez sea porque tiene un televisor enorme, una cama muy cómoda y mucha comida. O, tal vez, porque ambos necesitan un amigo y comparten algo profundo y extraordinario, aunque todavía no lo sepan.