A powerful exploration of how we pay attention that will transform the ways we connect with one another – at home, at work, and beyond.
Paying attention is a crucial human skill, yet many of us have forgotten how to listen carefully and observe intentionally. Deluged by social media and hobbled by the increasing social isolation it fosters, we need to rediscover the deeply human ways we connect with others.
En 1821, Johann Christian Woyzeck mata a puñaladas a la viuda Johanna Woost, y es ajusticiado tras una larga controversia en torno a su salud mental. Este crimen inspiraría a Georg Büchner para escribir, en 1836, la que consideramos la primera obra de teatro contemporáneo, Woyzeck. En su celda, mientras la luz recorre las paredes, Woyzeck recuerda: los años, los días, las horas que precedieron a su crisis, alimentada por un amor loco por su amante, la viuda Woost, a la que apuñaló en plena calle, a la vista de todos los transeúntes. Vadeando los torturados recuerdos que se agolpan en su cabeza, el propio asesino encarcelado busca darle sentido a su experiencia en un rompecabezas de locura, deseo, crimen y culpa. Con la Europa de principios del siglo XIX como marco, W. pinta un descarnado y certero autorretrato del hombre moderno que apenas empezaba a dar entonces sus primeros pasos. Un hombre que se esfuerza por poner en pie los acontecimientos de su caótica vida, que se aferra a lo poco que entiende de este mundo tras innumerables traumas y pesadillas.
Pepe Mujica se inició como joven militante en partidos tradicionales, se volcó al partido comunista y luego a la izquierda armada, primero con torpes intentos de guerrilla urbana con objetivos a la Robin Hood, luego con golpes más ambiciosos. Fue apresado cuatro veces, recibió seis disparos y fue dado por muerto y se escapó dos veces de la cárcel, la segunda de las cuales fue la huida más emblemática de la historia. Estuvo once años preso y aislado, al borde de la locura, y se transformó para volver a la vida civil, luego a la política y finalmente llegar a la presidencia y convertirse en un líder mundial. Pero siempre, desde su infancia y hasta hoy, cultivando flores tal y como le enseñó con su madre.
Pocas veces se ha conseguido como en este libro recrear con tanta ternura, con tanto sentido del humor y tanta penetración un universo cotidiano a menudo traspasado por las lanzadas del sufrimiento.
Las búsquedas poéticas y los recursos narrativos aparecen con frecuencia entrelazados en las obras de Mario Benedetti. En Geografías, libro íntegramente redactado durante su exilio español, el autor reúne catorce cuentosy otros tantos poemas, agrupados en dúos afines, colocando cada uno de esos pares bajo el resguardo de un membrete geográfico.
En Barcelona, una prostituta que va entrando en la vejez entrena a su perro para llorar ante la tumba que ha escogido para sí misma. En Viena, una mujer se vale de su don de ver el futuro para convertirse en la adivina de una familia rica. En Ginebra, el conductor de una ambulancia y su esposa acogen al abandonado y aparentemente moribundo ex presidente de un país caribeño, solo para descubrir que sus ambiciones políticas siguen intactas. En estos doce relatos magistrales acerca de las vidas de latinoamericanos en Europa, García Márquez transmite la melancolía, tenacidad, pena y ambición que forma la experiencia del emigrante.
«El esfuerzo de escribir un cuento corto es tan intenso como empezar una novela. Pues en el primer párrafo de una novela hay que definir todo: estructura, tono, estilo, ritmo, longitud y a veces hasta el carácter de algún personaje. Lo demás es el placer de escribir, el más íntimo y solitario que pueda imaginarse, y si uno no se queda corrigiendo el libro por el resto de la vida es porque el mismo rigor de fierro que hace falta para empezarlo se impone para terminarlo. El cuento, en cambio, no tiene principio ni fin: fragua o no fragua. Y si no fragua, la experiencia propia y la ajena enseñan que la mayoría de las veces es más saludable empezarlo de nuevo por otro camino, o tirarlo a la basura.»
Coincidiendo con el inicio de la ofensiva alemana contra Rusia, Curzio Malaparte empezó a escribir Kaputt, obra con la que pretendía recoger el testimonio de su experiencia como corresponsal de guerra durante la Segunda Guerra Mundial. Malaparte recorre la Europa ocupada por los nazis como si fuera un espía: presencia la triste impotencia del príncipe Eugenio de Suecia, se ve obligado a sobrellevar la arrogancia de los líderes nazis delegados en Varsovia y es testigo de la crudeza de los parajes de la fría Carelia o de la noble ciudad de Lasi, desolados por la barbarie y el hambre que convirtieron Europa en un montón de chatarra.
Con Kaputt —palabra germánica que evoca lo roto, lo hecho añicos, y que deviene un fiel calificativo de lo que quedó de un continente devastado por un lustro de destrucción— Malaparte teje una sobrecogedora obra literaria sobre la realidad, a un tiempo salvaje y grotesca, de la guerra en el frente.