Este volumen recoge por primera vez en español toda la obra poetica de Saint-John Perse (1887-1975), premio Nobel de Literatura en 1960 y uno de los hitos de la lírica del siglo XX. Desde su temprano Elogios hasta Pájaros, escrito en diálogo con el pintor Georges Braque, pasando por Anábasis y los poemas del exilio -Lluvias, Nieves, Poema a la Extranjera, Vientos, Mares-, la obra de Perse es una vasta crónica de nuestro tiempo, asolado por los vientos del cambio y la discordia. La mirada espaciosa de Perse se busca simultáneamente en el reflejo poliedrico de las cosas, las huellas del tiempo y las profecías de la imaginación. Poeta esencialmente lírico, su dicción trasmuta en poesía todo lo abarcable por la aventura humana del saber, desde el origen del fuego a los grandes y terribles hallazgos de la tecnica moderna. Y su alianza de lo sencillo y lo noble otorga una insólita coherencia a su discurso: ni verso ni prosa, poesía respirable, en la que alienta una visión totalizadora de la existencia, un conocimiento erudito del mundo guiado por la intuición poetica. Aquel que quiera saber lo que realmente ocurrió en la primera mitad del siglo XX deberá acudir, más que al dudoso testimonio de los periódicos, a unas cuantas obras poeticas. Una de ellas es la de Saint-John Perse.
En Pleno verano & Garcetas blancas, Derek Walcott trata los temas distintivos de su carrera: el complejo legado colonial del Caribe, su amor por la tradición literaria occidental, la sabiduría que llega con el paso del tiempo, las siempre extrañas alegrías del nuevo amor y, a veces, la aterradora belleza del mundo natural, con una intensidad y un impulso que recuerdan su obra más grande. A través de la fascinante repetición de temas e imágenes, Walcott amplía las posibilidades de la rima y la métrica, la forma poética y el lenguaje. Las lenguas el inglés y el creole se imbrican para formar un caudaloso tejido de sentidos y sensaciones que reflejan el amor de Walcott por su tierra, por un lenguaje comprometido y vivo del que todos formamos parte.
A los veintinueve años, y tras haber compuesto un buen número de obras para los corrales de comedia, Pedro Calderón de la Barca logró una pieza de capa y espada modélica: La dama duende, amenísimo juego de amores, dudas, osadías y desplantes, cifrados en la tramposa alacena que preside y engrana una acción dramática magistral en su progresión y que se alimenta sobre todo de la confusión y el engaño.