«Es una verdad universalmente aceptada que todo soltero en posesión de una gran fortuna necesita una esposa»: este comienzo -junto con el de Anna Karénina, quizá uno de los más famosos de la historia de la literatura- nos introduce sabiamente en el mundo de Jane Austen y de su novela más emblemática. Orgullo y prejuicio, publicada en 1813 tras el éxito de Juicio y sentimiento, reúne de forma ejemplar sus temas recurrentes y su visión inimitable en la historia de las cinco hijas de la señora Bennet, que no tiene otro objetivo en su vida que conseguir una buena boda para todas ellas. Dos ricos jóvenes, el señor Bingley y el señor Darcy, aparecen en su punto de mira e inmediatamente se ven señalados como posibles «presas». El opresivo ambiente de la familia, la presión del matrimonio y del escándalo, la diferencia de clases, el fantasma de la pobreza y la actitud de una heroína más rica y compleja en sentimientos que cualquier heroína de cualquier novela anterior, se conjugan en esta obra maestra leída y celebrada a lo largo de más de dos siglos.
«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.»
Con esta cita comienza una de las novelas más importantes del siglo XX y una de las aventuras literarias más fascinantes de todos los tiempos. Millones de ejemplares de Cien años de soledad leídos en todas las lenguas y el premio Nobel de Literatura coronando una obra que se había abierto paso «boca a boca» -como gustaba decir el escritor- son la más palpable demostración de que la aventura fabulosa de la familia Buendía-Iguarán, con sus milagros, fantasías, obsesiones, tragedias, incestos, adulterios, rebeldías, descubrimientos y condenas, representaba al mismo tiempo el mito y la historia, la tragedia y el amor del mundo entero.