El esperadísimo final de la aclamada y galardonada saga La Guerra de la Amapola combina de un modo devastador la historia de China con un fantástico mundo de dioses y monstruos. Tras la brutal guerra civil, Rin lo ha perdido prácticamente todo. Pero no piensa abandonar a aquellos por quienes ha sacrificado tanto: la gente de las provincias del sur, y en especial la de Tikany, el pueblo que es su hogar. Al volver a sus raíces, Rin se enfrenta a retos difíciles, pero también encuentra inesperadas oportunidades. A pesar de que sus nuevos aliados de la Coalición Sureña son maliciosos y no se puede confiar en ellos, Rin pronto se da cuenta de que el auténtico poder en Nikan reside en la gente corriente, que ansía venganza y la venera como una diosa salvadora. Apoyada por las masas y por el ejército sureño, Rin hará lo que haga falta para destruir a sus enemigos y a cualquiera que amenace las artes chamánicas y a sus practicantes. A medida que crece su poder e influencia, ¿será capaz de resistirse a la embriagadora voz del Fénix, que solo desea ver el mundo arder?
Al sentir próxima la muerte, el barón Béla Wenckheim, que ha pasado buena parte de su vida exiliado en Argentina, decide regresar a su Hungría natal con la esperanza de reencontrarse con su amor de adolescencia. Pero su retorno siembra la confusión en el pueblo, muchos de cuyos habitantes lo reciben como a un rico benefactor capaz de salvarlos de la fatalidad, cuando en realidad ha dilapidado su fortuna en los casinos de Buenos Aires. En la ola de rumores y malentendidos cada vez más extravagantes participarán hasta los políticos y periodistas de la región. Krasznahorkai hilvana con virtuosismo las múltiples voces de esta comunidad en una novela coral y apocalíptica que muchos han considerado su obra maestra. El ambicioso tour de force de uno de los autores más visionarios de la narrativa contemporánea europea.
En Madrid se mata poco, pero cuando se mata puede convertirse en el peor de los infiernos. Elena Blanco lo sabe. Dirige la Brigada de Análisis de Casos, el departamento que se ocupa de los crímenes más complicados y abyectos. Es una inspectora atípica, ama el karaoke, el sexo con desconocidos en aparcamientos públicos y la grappa. Pero tambien tiene una cámara oculta en su balcón que graba la calle veinticuatro horas al día. Cada noche, revisa estas imágenes buscando respuestas a su gran secreto, un caso que nunca ha podido olvidar.