Una pieza de arte de Tomás Hijo.
Una obsesión se ha apoderado del alma de Robert Blake. Cada día observa, desde la ventana de su estudio, la silueta de la iglesia abandonada que se alza sobre Federal Hill. Cuando finalmente decide atravesar los decadentes barrios que rodean el templo, Blake accederá a un escenario acorde con sus gustos por lo oculto: extraños manuscritos, ídolos inquietantes, símbolos blasfemos, un cadáver olvidado…
Todos ellos vestigios de un viejo culto dedicado a obscenas deidades cósmicas. En el centro mismo de ese enclave de pesadilla, Blake se encontrará con un artefacto ancestral vinculado a terrores inimaginables que amenazarán con desgarrar su mente y el tejido mismo de la realidad
No amaba a Catherine Barkley, ni se le ocurría que pudiera amarla. Aquello era como el bridge, un juego donde te largas a hablar en vez de manejar las cartas. Eso pensaba el teniente americano Frederic Henry, conductor de ambulancias en el frente italiano durante la Primera Guerra Mundial, al poco de conocer a esta bella enfermera británica. Lo que parecía un juego se convirtió en pasión intensa, mientras la guerra lo arrasaba todo y los hombres desfilaban bajo la lluvia, agotados y hambrientos, sin pensar más que en huir de la muerte.
Cuando James Baldwin presentó por primera vez el manuscrito de El cuarto de Giovanni a su editor, este no solo lo rechazó, sino que le aconsejó quemarlo. La novela narraba la historia de un trágico triángulo amoroso, rebosante de deseo, pasión y arrepentimiento.
Su publicación en 1956 provocó un gran escándalo entre la sociedad biempensante estadounidense y rompió más de un tabú: Baldwin era un escritor negro que escribía sobre el amor entre dos hombres blancos. De inmediato se convirtió en una obra de culto. Hoy es considerada una de las obras fundamentales de la literatura queer y una de las grandes novelas norteamericanas del siglo xx. David es uno de los muchos estadounidenses que pululan por el París bohemio de los años cincuenta, adonde se ha mudado para «encontrarse a sí mismo».