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MATATE, AMOR

Escribí Matate, amor con ánimo de venganza. No recuerdo nada salvo eso, que una tarde del final de un verano de tormentas eléctricas de 2011 en mi casa en el campo francés, me tiré al pasto, es decir, «me recliné sobre la hierba entre árboles caídos y tuve la impresión de llevar un cuchillo con el que iba a desangrarme de un corte ágil en la yugular». Recuerdo que me levanté del pasto con el cuello ensangrentado, caminé directo a mi cuarto, entré por la ventana y me senté a escribir la primera frase de lo que sería Matate, amor. Pero eso no fue escribir. Eso que llaman escribir es mentira, es algo de lo que hay que dudar, eso que llaman escribir es otra cosa siempre, una guerra, caminar sonámbula, ver enemigos en todos lados, es algo de otra dimensión. Palabra por palabra, frase por frase, coma por coma, punto por punto, nada fue corregido ni alterado por ningún editor en ninguna edición. No porque sea genial ni por superstición, sino para conservar en esa primera página la música única de esa tarde de fin de verano de 2011. Escribir para hacer perdurar la desaparición. Escribí entonces, como un ajuste de cuentas, como un pacto con la mafia, si no está permitido disparar, incendiar establos o secuestrar vecinos, al menos es otro modo de hacer justicia por mano propia.
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EL METRO DE PLATINO IRIDIADO

En El metro de platino iridiado Álvaro Pombo despliega un asombroso repertorio de registros: el buceo visionario y abisal en la psicología de sus personajes, la más elevada especulación psicológica, el inesperado quiebro humorístico, el coloquialismo más certero. Todo ello, lo más profundo y lo más cotidiano, lo trágico y lo cómico, perfectamente fundido y ensamblado en esta novela, ambientada en el Madrid de los años ochenta, tan ambiciosa como lograda. El matrimonio de Martín y María apareja inevitables consecuencias en su entorno inmediato. Gonzalito, el hermano de María, al principio fascinado por la personalidad de su cuñado, profesor de filosofía y escritor, se ve impulsado a huir a Londres para asumir sus propias pulsiones emotivas. Virginia, la frívola amiga de María, contrae un precipitado matrimonio con un empresario argentino vinculado a los negocios internacionales. Una tragedia familiar determina que todos confluyan en la casa paterna de María, un personaje tan corriente como excepcional que se constituye en el referente radical de las vidas de quienes la rodean, en el metro que las mide. Esta novela «excepcional» (Rafael Conte), «total, apasionada y apasionante» (Javier Goñi), «escrita con mano maestra» (Carlos Galán) obtuvo el Premio de la Crítica y consagró definitivamente a Álvaro Pombo como un maestro indiscutible de la literatura española contemporánea.
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EL KREMLIN DE AZUCAR

Durante las vacaciones navideñas de 2028, una multitud de niños y niñas acuden a la Plaza Roja a recoger un insólito regalo: un efímero Kremlin de azúcar, soluble en el té, símbolo del nuevo Estado ruso. A lo largo de quince capítulos, estos particulares dulces pasarán de mano en mano hasta alcanzar cada estrato de la sociedad «neomedieval» rusa: un mundo en el que los hologramas y los robots conviven con un orden feudal que divide a la población entre señores y siervos, entre opríchniks y oprimidos. Con el virtuosismo y la imaginación desbordante que le son propios, Sorokin urde en este libro un relato de relatos singularísimo, tan mordaz como clarividente, que se lee como una gran enciclopedia del alma rusa y los avatares de todo un país.
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