«Dos años de tareas dominicales que prueban mi nula disposición a santificar las fiestas... Al releer estos artículos seguidos, me parece que he opinado demasiado». Estas palabras sirven de introducción a un Javier Marías insólito, cotidiano, atento a lo que ocurre a su alrededor y que atraviesa todos los estados de ánimo imaginables: lo vemos evocativo e indignado, a menudo pertido y bromista, pero también atribulado por la saña española que aún tiñe nuestro tiempo; melancólico, risueño, grave, irónico, compasivo o desengañado, siempre logra contagiarnos y no nos deja indiferentes con su Mano de sombra.
Mansfield Park encompasses not only Jane Austen’s great comedic gifts and her genius as a historian of the human animal, but her personal credo as well—her faith in a social order that combats chaos through civil grace, decency, and wit.
At the novel’s center is Fanny Price, the classic “poor cousin,” brought as a child to Mansfield Park by the rich Sir Thomas Bertram and his wife as an act of charity. Over time, Fanny comes to demonstrate forcibly those virtues Austen most admired: modesty, firm principles, and a loving heart. As Fanny watches her cousins Maria and Julia cast aside their scruples in dangerous flirtations (and worse), and as she herself resolutely resists the advantages of marriage to the fascinating but morally unsteady Henry Crawford, her seeming austerity grows in appeal and makes clear to us why she was Austen’s own favorite among her heroines.
Fanny Price es aún una niña cuando sus tíos la acogen en su mansión de Mansfield Park, rescatándola de una vida de estrecheces y necesidades. Allí, ante su mirada amedrentada, desfilará un mundo de ocio y refinamiento en que las inocentes diversiones alimentarán maquinaciones y estrategias de seducción. Ese mundo oculta una verdad peligrosa, y solo Fanny, desde su sumiso silencio, será capaz de atisbar sus consecuencias y amenazas.
Mansfield Park ocupa el centro exacto de la producción novelística de Jane Austen. Asentada como autora tras los éxitos de Sentido y sensibilidad y Orgullo y prejuicio, exhibe un estilo propio y reconocible, basado en el fino uso dela ironía y del retrato de personajes, pero ya se perciben el desencanto y la madurez de Persuasión.
El personaje de Fanny es uno de los más fascinantes y complejos de toda la obra deAusten, y dota a la novela de una profundidad que parece anticipar el realismo y el naturalismo de la segunda mitad del siglo XIX. Todo ello hace de MansfieldPark un clásico de las letras inglesas que bien merece una relectura.
Fanny Price era todavía una chiquilla cuando sus tíos, nobles, ricos y magnánimos, la acogieron en Mansfield Park, donde ha tenido ocasión de crecer y formarse con sus cuatro primos: Tom, Edmund, Maria y Julia. Cultos y superficiales, todos ellos tratan a Fanny como a una inferior, con la excepción de Edmund, que se interesa realmente por ella. El severo patriarca deberá marcharse a Antigua por negocios, y este hecho, junto con la llegada de unos nuevos vecinos procedentes de Londres, los atractivos hermanos Henry y Mary Crawford, será el inicio de la irrupción de nuevas diversiones en Mansfield Park. Sin embargo, Fanny, por su carácter discreto y reflexivo, no acabará de encajar en este grupo de amigos, y observará con tristeza cómo Edmund se queda fascinado por los encantos de Mary Crawford, a pesar de su clamorosa falta de principios.
La Navidad es la excusa perfecta para enamorarse.
El objetivo de Parker: enamorarla. El de Hallie: impedirlo a toda costa.
Parker sabe lo que quiere y nada ni nadie va a impedírselo, ni siquiera tener que hacerse cargo de una estúpida película de Navidad trabajando con su mayor rival, Hallie Ross, pero piensa dejar que la señorita perfección se confíe. Su plan es quitársela de en medio antes de que siquiera pueda verlo venir.
Lo que Parker no sabe es que él no es el único que tiene un plan.
A Robert Downey Jr. ya se lo dijeron una vez: el destino está escrito en las estrellas… y en los guiones de las películas de Navidad.
Hallie. Parker. El mudo del cine. Y Nueva York. Porque, en el amor y en las romcoms, todo vale.
Una mujer joven se muda a un país remoto para ser el ama de casa de su hermano, cuya esposa lo ha abandonado.
Tras su llegada, empiezan a producirse una serie de acontecimientos inexplicables: una histeria colectiva bovina, la muerte de una oveja con su cordero a punto de nacer, el embarazo psicológico de una perra, la extraña contención de las aves domésticas y una plaga que arrasa las plantaciones de patatas. La desconfianza de los lugareños recae en ella y se la acusa de algo que desconoce en un idioma que no entiende. La hostilidad crece, sus vecinos asedian su casa y el miedo la invade.
Manual para mujeres de la limpieza reúne los mejores relatos de la legendaria cuentista estadounidense Lucia Berlin, uno de los grandes redescubrimientos del último decenio. Sus historias son en gran medida autobiográficas: recrean su infancia en distintas poblaciones mineras de Estados Unidos, su adolescencia entre la alta sociedad Santiago de Chile, tres matrimonios fallidos, sus problemas con el alcohol y los distintos oficios que desempeñó para sacar adelante ella sola a cuatro hijos.
Sin renunciar al humor, con un ingenio que recuerda a Lorrie Moore y la agudeza perceptiva de Raymond Carver, Berlin enfoca la vida cotidiana hasta lograr verdaderos milagros estéticos. Su mirada irónica puede descubrir la magia en una lavandería del sudoeste estadounidense, centrarse en los hogares adinerados de California o captar al dedillo el ambiente de un restaurante venido a menos de Ciudad de México. Las mujeres de sus cuentos a menudo están desorientadas, pero al mismo tiempo son fuertes, inteligentes y, sobre todo, reales. Ríen, lloran, aman y beben; sobreviven. Sus vicisitudes deslumbrarán no solo los amantes del relato.