Heródoto fue un incansable viajero, circunstancia que es determinante para su actitud como historiador. Aunque aprovechó en la medida de lo posible los escritos de sus antecesores en el género, la investigación, de la que habla al principio de su obra, es un trabajo personal, un acopio de datos " in situ " . Sus estancias en los centros culturales y políticos del mundo antiguo fueron prolongadas, viajó por todos los países griegos y llegó hasta el Mar Negro, Chipre, Egipto, Citera, Tiro. El saber adquirido en sus viajes se refleja en la primera parte de su obra, mientras que en la segunda, en la que cuenta la historia de Grecia, depende de informadores nativos y de su trato con los hombres más distinguidos que fueron sus contemporáneos.
Nos han contado mal la historia y nos la hemos creído. Este es el punto de partida de un sugerente ensayo divulgativo que tiende puentes entre las dos orillas del Atlántico y que ofrece una visión renovada y certera, alejada de maniqueísmos simplificadores, sobre el fertil encuentro entre culturas que cambió el mundo para siempre.
Una crónica de los hibakusha, los supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki,
dos de los acontecimientos más impactantes del siglo XX.
En Hiroshima, la angustia de los afectados se mezcla con la compasión, y cierta dosis de ternura, para componer el relato de sus vidas en las dos ciudades japonesas, convertidas en símbolos de paz; justo cuando regresa el miedo global a las armas nucleares.
A través de entrevistas, Agustín Rivera recoge las voces, en primera persona, de las víctimas de una tragedia que marcó su existencia para siempre: el dolor, las secuelas e incluso el sentimiento de culpa por no haber podido ayudar a otros afectados en peor situación.
El libro narra además la experiencia del autor como reportero de Diario 16, El Mundo y El Confidencial en las coberturas periodísticas en Hiroshima y Nagasaki en 1995, 2001 y 2012.
Una obra para descubrir el ruido eterno de los muertos y la capacidad de superación, sin olvidar que somos memoria.
La hipnosis sin trance es una herramienta formidable para mejorar nuestras habilidades. Para los terapeutas, también es una de las técnicas más poderosas y efectivas para ayudar al paciente a desbloquear sus percepciones rígidas y disfuncionales de la realidad. El propósito de la hipnosis es preparar al sujeto para el cambio, porque convence mucho más un estado emocional que un argumento lógico. Solo así es posible ayudar a los pacientes a liberarse de sus conductas patológicas gracias a la autopersuasión. Tras veinte años de trabajo con el método de la hipnosis, Giorgio Nardone explica su funcionamiento y sus beneficios, entre otros, la capacidad de utilizar habilidades comunicativas basadas en la sugestión, que pueden hacer más efectivo el trabajo de terapeutas e investigadores.
Durante siglos los modernos construyeron su mundo y sus ciencias separando tajantemente naturaleza y cultura. El mundo y el hombre como dos realidades separadas. Objetos que eran apenas tocados, o ni siquiera, por sujetos que conocen, transforman y rompen. Morton acuñó el término «hiper-objeto» para referirse a las cosas que se distribuyen masivamente en tiempo y espacio en relación con los humanos. Son directamente responsables de lo que Morton llama «El fin del mundo», volviendo obsoletas tanto la mirada apocalíptica sobre la crisis ambiental, como su negación. Los hiper objetos ya han inaugurado una nueva fase humana de hipocresía, debilidad e inconsistencia.
La globalización, acelerada por las nuevas tecnologías, acerca los espacios culturales entre sí y genera un cúmulo de prácticas sociales y formas de expresión. Esto tiene un efecto aglutinante en el campo cultural: los contenidos culturales heterogéneos se superponen y se atraviesan.