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EL CRECIMIENTO DE LA INFORMACION

Este libro es un recorrido multidisciplinar por la historia apasionante del crecimiento tendencialmente inevitable de la información. La información tejerá con las primeras tecnologías basadas en piedra y fuego nuestro proceso de hominización hasta irrumpir en la primera de las grandes revoluciones de la información que jalonan la historia humana: la revolución del lenguaje nos fraguará como especie, nos hará triunfar sobre el resto de homínidos y provocará la Revolución Neolítica. Tras ella, la revolución de la escritura dará origen a las civilizaciones de la Antigüedad, acelerando el crecimiento de la información con medios como el alfabeto de fenicios y griegos, el papiro egipcio que articuló Roma o el papel chino que impulsó su innovación o la ciencia islámica. EN el final de la Edad Media Europea veremos germinar la tercera de ellas, la revolución de la imprenta, auténtica generatriz de la Revolución Científica y la Revolución Industrial que darán lugar a la Gran Divergencia.
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EL CULTO A LOS SANTOS EN LA ANTIGUEDAD

Durante la Antigüedad tardía, el culto a los santos y a sus reliquias se convirtió en un elemento clave de la identidad occidental, pero también en una ventana desde la que asomarse a la sociedad, la cultura y las creencias dominantes. En este libro el lector es invitado a percibir los anhelos, las certezas y la gran valoración de los santos, invisibles compañeros cuya presencia sentían vívidamente los cristianos en general. A los santos se encomiendan sin excepción amos y siervos, devotos y laxos, ricos y pobres, en busca de la salud perdida, la justicia mancillada, la belleza ideal y la esperanza que se prolonga más allá de la muerte. La lectura de estas páginas cuestiona en su raíz el «modelo de los dos niveles», según el cual las prácticas religiosas de las élites cultivadas poco tenían que ver con las «supersticiones» de las masas populares. Por el contrario, el culto a los santos afectó por igual a todas las clases; más aún, fue el motor que favoreció el desarrollo de la fe y que configuró una sociedad nueva, inicio de la Edad Media. Esta obra, convertida en un clásico de los estudios históricos, ha sido enriquecida con un nuevo prefacio donde el autor responde a las críticas y matiza las conclusiones de su reconocida investigación.
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EL DERECHO A LA CIUDAD

En nuestros días, lo urbano ha crecido hasta desbordar nuestra capacidad para la reflexión, la acción y hasta la imaginación. Sentido y fin de la industrialización, la sociedad urbana se ha ido conformando en su propia búsqueda de sentido y, en el camino, se ha topado con la filosofía, el arte y la ciencia, que no han podido evitar enfrentarse a este nuevo objeto y transformarse a sí mismas en el encuentro. Comprender lo urbano hoy implica trazar una estrategia de conocimiento inseparable de la estrategia política. Lefebvre invita a hacerlo sobre el eje de la puesta en práctica de un derecho: el derecho a la ciudad, a la vida urbana, condición para una democracia y un humanismo renovados.
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EL DERECHO DE GRACIA ANTE LA JUSTICIA

“El juez que examina la causa de un acusado juzga al hombre en general, y a un hombre en particular. Es un error suponer que todo es individual en el caso presente, y que, porque hay allí solamente una persona, no se trata más que de un individuo. El proceder de aquel individuo no puede ser apreciado sino en virtud de las leyes de la humanidad; por ellas se sabe que hay mal y bien, que conoció el mal que hizo y que pudo elegir el bien. Resulta que el fundamento del juicio está en el conocimiento de las leyes morales del hombre; que se trata de aplicarlas a un hombre; y aunque en la aplicación deben tenerse presentes las circunstancias particulares del individuo, no se ha de prescindir, ni es posible, de que pertenece a la humanidad y de que está sujeto a sus leyes morales como a las físicas. Conocimiento del bien y del mal, poder de hacer lo uno u otro, tal es el fundamento de la responsabilidad moral, y de la legal, cuando se exige. Por las circunstancias del hecho, y por otras anteriores y posteriores a él, partiendo de las leyes generales de la humanidad, el juez ha de apreciar si el individuo acusado supo el mal que hizo y quiso hacerlo. Todas las diferencias individuales, todas las circunstancias atenuantes o agravantes dependen del conocimiento mayor o menor que tuvo del mal que hacía, y de su libertad más o menos completa. La falta ele conocimiento o de libertad pueden ser tales, que el agente del daño, inconsciente o perturbado, se considere para la responsabilidad como cosa más bien que como persona. Entre la carencia absoluta de conocimiento y de libertad, y el conocimiento perfecto y libertad completa, hay muchos grados que al juez toca apreciar, y esta apreciación es una de las dificultades del fallo justo”.
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EL DERECHO Y EL REVES

El Derecho y el revés recoge una activa correspondencia mantenida por los autores entre el verano de 1997 y el de 1998, hace, pues, veinticinco años cumplidos. En esa correspondencia pasaron revista al comportamiento de los abogados, jueces, profesores y funcionarios, a sus servidumbres y también a sus grandezas, cotidianas e institucionales. Al hilo de estas cartas van apareciendo las cuestiones esenciales de la función y de la práctica del Derecho: la ética del abogado frente a los intereses individuales de sus clientes, la vinculación del juez a la ley, la utilidad de la técnica jurídica, la discrecionalidad y la arbitrariedad, la justicia, la razón y la sinrazón de las profesiones jurídicas, la responsabilidad individual y social de los juristas.
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EL DESTRONAMIENTO DE LA VERDAD

¿Cómo restaurar la verdad y colocarla en el lugar que le corresponde, en el trono de la razón? En estos ensayos, Von Hildebrand desmantela los diversos movimientos intelectuales y políticos que han trabajado para socavar la verdad durante el siglo pasado: relativismo, escepticismo, materialismo, historicismo, psicologismo, comunismo y nazismo. Muestra la absoluta insuficiencia de sus argumentos y detecta en ellos una raíz común: la negación de Dios y el empeño de algunos en ocupar su lugar. A quien mire el mundo moderno y se pregunte cómo hemos llegado hasta aquí, y cómo salimos, este libro le mostrará el camino.
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EL DIA DEL LOBO

«Ese fue el cuento de mi infancia. El más impresionante. El cuento que siempre le pedía a mi abuela materna que me contara. Su viaje al infierno. Allí siempre estaba el lobo acechando. Mostrando los colmillos afilados, su sed de sangre. El lobo que vino todos los días. No había encantamientos, brujas ni monstruos de tres cabezas que pudieran compararse con aquella historia». El lobo que persiguió a miles de hombres, mujeres, niños que huían de Málaga en febrero de 1937. Una carretera tortuosa, un río de personas, animales y vehículos sobre el que aparecía el estruendo de los motores, el zumbido de las bombas y la metralla. A su paso, amasijos de ropa y carne en la cuneta. Sangre, lodo, humo. La silueta de un perro negro. Un hombre ahorcado. Un niño muerto dentro de una maleta… El lobo que atacaba a los que huían en un éxodo masivo, sí, pero también el de la Málaga invadida, donde se dispone a vengar los desmanes cometidos por los rojos, ya sea en los hijos de ese color maldito o no. El lobo que corre por las calles en el Madrid del «No pasarán», que no gruñe ni aúlla. Busca, muerde, desgarra. Ejecuta. En el éxodo malagueño, en Madrid, qué bien resistes, en la Casablanca que recibe exiliados al principio de la guerra, en el frente de Levante al final de ella, se encuentran miembros de dos familias, los Soler y los Marcos, que son el reflejo de unos seres arrastrados por el peso de la Historia. De las peripecias de esas dos familias, separadas, a veces extraviadas, habla este cuento —ojalá no fuera verdadero—. Antonio, descendiente de esas dos sagas, recoge con palabras propias y prestadas, de sus familiares y de otros protagonistas, el testimonio directo de quienes sobrevivieron rabiosamente cuando «todo era boca de lobo y el viento aullaba como si también el aire se hubiese contagiado del alma oscura de las bestias».
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EL DIOS QUE FRACASO

«El dios que fracasó» es una obra clásica, un documento esencial de la Guerra Fría, que reúne los testimonios de algunos de los escritores más importantes del siglo xx acerca de su fascinación por el comunismo y su posterior desilusión. El premio Nobel francés André Gide; el poeta y narrador afroamericano Richard Wright, autor de Hijo de esta tierra, uno de los relatos más crudos sobre el racismo en su país; el luchador antifascista y novelista italiano Ignazio Silone; el poeta británico Stephen Spender; el narrador y ensayista Arthur Koestler, y el periodista estadounidense Louis Fischer, biógrafo de Lenin y Gandhi, cuentan cómo la búsqueda de un mundo mejor y el rechazo a las injusticias del capitalismo los llevó a abrazar el comunismo como una nueva religión, defendiéndola con el celo del converso. Cada uno de ellos fue descubriendo, más tarde, la verdadera naturaleza del credo político al que habían consagrado su fe. Aquel amor inicial se transformó en rechazo y horror al descubrir que, tras los bellos ideales, se escondían crímenes atroces y retrocesos enormes en las libertades, de los que habían sido cómplices involuntarios. Sin abandonar la preocupación por la justicia, sus relatos apóstatas nos ayudan a entender la mentalidad fanática que puede carcomer una sociedad. «Justificar la mentira, la deshonestidad o el crimen, compartir una fe gregaria y estar en posesión de la única verdad me parecen elementos totalitarios que no han variado ni un milímetro desde 1950. Incluso entre tanta gente que se cree demócrata». Félix de Azúa
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EL DOGMA DEMOCRATICO

Más allá de un régimen político, la democracia consiste en la vitalidad de la sociedad civil, que exige superar el individualismo. Alvira reivindica la libertad del ciudadano, entendida como responsabilidad y capacidad de acción respecto a lo común. La democracia es vitalidad y pujanza de la sociedad civil, y exige personas nobles, no individualistas, que antepongan el servicio al propio interés. La verdadera democracia no excluye toda aristocracia. Más bien al contrario: la necesita. El empresario, entre otros, forma parte de ese núcleo humano, y su empresa es, como tal, una institución social. Conforma lo social. Para que la democracia engendre libertad y no solo independencia privada, necesita reinventar su aristocracia: personas que resistan al poder supremo compartiendo con él la responsabilidad por el bien común.
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EL DUELO INTERMINABLE

En Un duelo interminable, José Enrique Ruiz-Domènec describe con magistral precisión y exhaustividad el combate de ideas y la pugna entre corrientes historiográficas que viene produciéndose durante el último siglo y medio, y lo hace respondiendo a la obligación moral e intelectual de rasgar el velo tras el que persisten algunas de las lacras más dañinas de nuestro mundo: la injusticia social, el colonialismo, el antisemitismo y la visión sesgada de la realidad. ¿Qué separa al espíritu crítico de la mentira? El primero es una necesidad social de entender el curso de los acontecimientos. La segunda, un síntoma de la flaqueza humana ante las muecas del poder. La batalla cultural surgida entre ambos es inseparable de una penetrante atención a las peculiaridades de la sociedad de nuestro tiempo, así como de una elección de las maneras de hacer historia en medio de la discordia creada entre el capitalismo y el socialismo. El reto consiste en evitar los errores cometidos en el pasado. Tras analizar en su contexto intelectual, social y económico las propuestas más relevantes de las escuelas de historia, el prestigioso historiador granadino ha comprendido que las maneras que adoptan sus distinguidos miembros responden fundamentalmente a la precisión y elegancia del estilo, tanto en el fondo como en la forma. El arte de exponer la complejidad de un suceso o de una época supone, en efecto, un fino discernimiento de las diferencias que separan puntos de vista enfrentados. Conviene conocerlo y respetarlo para no caer en el dogmatismo de quien se cree dueño de una verdad inamovible.
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