«Nadie puede dejar de reconocer que Roma es inmensa, ejemplar, decisiva. Y en su dilatado paisaje histórico destacan irremediablemente algunas figuras singulares. Triunfantes con el favor de los acontecimientos o enfrentados a ellos y aplastados por el fracaso, se le imponen al lector con fuerza irresistible. Por eso era casi forzoso que alguien extrajera del vasto relato del sabio alemán algunas viñetas biográficas y las publicara por separado formando un pequeño libro de fácil y amena lectura como el que el lector tiene en sus manos [...]. Una galería de retratos como la que aquí se recoge suscita al punto en el lector una meditación sobre el papel del individuo en la historia». (Del prólogo de FRANCISCO SOCAS)
«En nuestros días, después de subir las cuestas del Palatino y atravesar el caos de ruinas de lo que un dpia fue el palacio de los emperadores romanos, se llega a una angosta plataforma que domina el valle del Tíber. Ésta, antiguamente cubierta por tierra que traían las lluvias y por toda clase de desechos, hoy está despejada, y en el suelo aparecen los vestigios de una singular aldea que se levantaba en este lugar hace casi tres mil años. Esta aldea, que quizá comprendiera unas decenas de modestas cabañas hechas con ramas entrelazadas y sostenidas por postes de madera, es todo lo que queda de la Roma más antigua.»
Juan Eslava Galán, que nos deleitó con su ya mítica Historia de España contada para escépticos, nos sorprende ahora con una historia del mundo igualmente ágil y divertida, provocadora y didáctica, que entre sonrisas o francas carcajadas nos conducirá en breves y sustanciosos capítulos desde el Big Bang que provocó el origen d el universo hasta la globalización y las crisis de nuestros días. Un texto sin desperdicio en el que no falta su habitual estilo sarcástico y siempre provocativo, que despeja cuestiones tan «candentes» como por qué era irresistible Cleopatra o por qué Franco permaneció en el poder gracias a Stalin.
Hay muchos libros acerca de los grandes acontecimientos históricos de este siglo: revoluciones, guerras, crisis económicas... Pero no había hasta hoy una auténtica Historia del siglo XX como esta, que los enlaza a todos en una perspectiva global. Para abarcar un panorama tan complejo se requería alguien con la erudición y la sensibilidad de Eric Hobsbawm; alguien que, como él, «vivió» el siglo: que estuvo en Berlín cuando Hitler era proclamado canciller y en Moscú después de la muerte de Stalin; que conoció los movimientos revolucionarios de América Latina y convivió en Cambridge con Turing o con los descubridores de la estructura del ADN.
Este «libro poderoso e inquietante», como lo ha llamado Edward Said, analiza el siglo como una trayectoria cerrada que comenzó en un tiempo de catástrofes (guerras mundiales, crisis económica, revoluciones y fascismo), experimentó una edad de oro y ha acabado en un derrumbamiento. Lo hace con la franqueza de quien, tras la caída del comunismo, ha de explicarse sus propios errores, sin dejar de denunciar los defectos de un sistema que engendra desigualdad y pobreza en un mundo inestable y con una mirada de una amplitud insólita, que no sólo se detiene en los acontecimientos políticos y en la evolución económica, sino que analiza las transformaciones sociales (la gran revolución que ha cambiado las relaciones entre los sexos y las generaciones), los avances de la ciencia y la tecnología, las mutaciones del «gran arte» y la formación de una nueva cultura juvenil. Que nos habla tanto de la batalla de Stalingrado, como de la historia del cine, de los cambios en la vida cotidiana, la crisis de la familia, el desarrollo de la mecánica cuántica o el significado de la «posmodernidad».
La Historia Universal que ahora representamos es el resultado de la colaboración de un gran número de medievalistas que ejercen sus funciones en diferentes universidades de toda España. Es una obra que viene, no a cubrir un vacío bibliográfico, puesto que existen algunos manuales valiosos, pero sí a hacerlo de un modo diverso, llamando a la colaboración a un nutrido grupo de autores, cada uno de los cuales, con total respeto al orden interno de la obra, aborda su tema con absoluta autonomía y desde su propia metodología y hacer historiográfico. El contenido de esta Historia Universal se ha estructurado en cuarenta temas, veinte de la Alta Edad Media y otros tantos de la Baja Edad Media. En él se ha prestado atención preferente a los acontecimientos históricos, que tienen lugar en un espacio y tiempo concretos, con unos protagonistas definidos. No es una simple «historia política», es la explicación de esos acontecimientos en un contexto socioeconómico, cultural, espiritual e ideológico. Se inicia el libro con la desintegración del Imperio Romano, tomando como punto de partida un hito generalmente aceptado. El impacto de las invasiones germánicas abre dos itinerarios históricos diferenciados entre la parte occidental y la oriental, que tienen su correspondiente ámbito.
Francis Bacon advirtió de que los hombres que han alcanzado altas posiciones acaban siendo extraños a sí mismos. Consideraba que a la ardua ascensión de los poderosos seguía inevitablemente un eclipse que derivaba en «cosa melancólica», pues resulta muy difícil resignarse a la vida privada y al retiro. Montaigne confesaba en sus ensayos que en su dedicación a los otros, a la política, no pudo evitar apartarse de sí mismo.
¿Por qué tantos hombres de sabiduría se han metido en política?, se pregunta el autor, en clara alusión a su propia expenencia.
Casi todos los intelectuales han fracasado en este empeño: Platón frente a la Corte de Dionisio II en Siracusa; Aristóteles frente a Alejandro; Cicerón frente a Marco Antonio; los intelectuales que sostuvieron la Segunda República frente a la barbarie fascista y los estalinistas.
Pero a pesar de la plena dedicación al servicio público como un deber hacia los demás, debe primar una exigente alerta con el fin de no perder la autonomía de acción, la libertad de opinión y la capacidad de retirarse en cualquier momento para cuidar del alma y de sí mismo.
Este volumen recorre algunos de los momentos clave de la historia de la dificil relación entre el poder y la cultura, ofreciendo un análisis equilibrado, incisivo, valiente y esclarecedor. Supone una reivindicación clara de lo que nunca debiéramos dejarnos arrebatar, guiada por la convicción de que es precisamente en la educación y la cultura donde residen las únicas garantías del nuevo e indispensable renacimiento.