¿Hubo realmente tolerancia religiosa en al-Ándalus y en los reinos cristianos medievales? ¿Qué papel tuvieron los visigodos en la Península? ¿La unidad de España empezó con los Reyes Católicos? ¿Tiene sentido usar el término «reconquista»? ¿Fue beneficioso el Imperio de los Habsburgo en nuestro país? ¿Cuándo y cómo comenzaron los desacuerdos con Cataluña? En un contexto donde la opinión a menudo eclipsa al conocimiento, Manuel García Parody desmantela mitos y patrañas arraigados, revelando la verdad detrás de figuras emblemáticas como don Pelayo, el Cid Campeador y el apóstol Santiago, y conceptos equívocos como la España árabe, Latinoamérica o la guerra de Independencia. Desde Ataúlfo hasta Juan Carlos I, nos sumergiremos en momentos clave de nuestro país, cuestionando las versiones simplificadas y descubriendo una trama más compleja y rica, que desafía la idea de una nación identificada únicamente con lo castellano y lo católico, en defensa de la pluralidad que la historia revela. La otra historia de España ofrece al lector una mirada crítica, con rigor y sentido del humor, a través de un libro que busca ser fiel a un principio fundamental: la verdad, el eje que todo historiador debe seguir.
La historia de la ciudad romana sepultada por el Vesubio narrada a través de 100 objetos.
La erupción del volcán Vesubio quizá en octubre del año 79 de nuestra era enterró bajo varios metros de piroclastos y cenizas las ciudades de Pompeya, Herculano y Estabias, situadas en la Campania. Fue precisamente el redescubrimiento de Herculano en 1738 por parte del del ingeniero aragonés Roque Joaquín de Alcubierre, a partir de algunas evidencias previas, lo que inició las excavaciones en la vecina Pompeya, y que contaron con el entusiasmado apoyo y la financiación del rey Carlos VII de Nápoles (futuro Carlos III de España). Cubierta por cenizas y lapilli, los trabajos resultaron más fáciles en Pompeya y desde 1748 se desenterró, poco a poco, los restos de la ciudad romana que ha impactado a millones de personas que la visitan cada año.
Una mirada inédita y desafiante que desmonta las principales teorías evolutivas de la historia.
Durante generaciones hemos visto a nuestros antepasados más remotos como seres primitivos, ingenuos y violentos. Se nos ha dicho que solo era posible alcanzar la civilización sacrificando libertades o domesticando nuestros instintos. En este ensayo, los reconocidos antropólogos David Graeber y David Wengrow demuestran que estas concepciones, que surgieron en el siglo xviii, fueron una reacción conservadora de la sociedad europea ante las críticas de los intelectuales indígenas y que no tienen un aval antropológico y arqueológico.
En el rastreo de esta falsa línea de pensamiento, este libro defiende que las comunidades de la prehistoria eran mucho más cambiantes de lo que se ha pensado; un planteamiento que desarticula los relatos fundacionales más arraigados, desde el desarrollo de las ciudades hasta los orígenes del Estado, la desigualdad o la democracia.
El amanecer de todo es una nueva historia de la humanidad, un texto combativo que transforma nuestra comprensión del pasado y abre camino para imaginar nuevas formas de organización social. Una obra monumental que cuestiona las ideas de pensadores como Jared Diamond, Francis Fukuyama y Yuval Noah Harari. Porque la suposición de que las sociedades se vuelven menos igualitarias y libres a medida que se hacen más complejas y «civilizadas» no es más que un mito.
Aunque la masonería esté envuelta en un halo de misterio, su historia la pueblan algunas de las personas más importantes de los últimos siglos, como Churchill, Disney, Mozart, Franklin o Kipling. Fundada en Londres en 1717 con una clara vocación de hermanamiento entre hombres, la Orden se expandió con rapidez. Durante el mandato de George Washington, se convirtió en el credo de la nueva nación americana. Tanto la Iglesia mormona como la mafia siciliana le deben sus orígenes. Y para Hitler, Mussolini y Franco fue una absoluta obsesión aplastar a estas redes y a sus miembros, que percibían como adoradores del diablo.
En este libro, John Dickie realiza una fascinante exploración de un movimiento cuya influencia no solo fue clave en la forja de la sociedad moderna, sino que se extiende hasta el presente. Con más de seis millones de miembros en todo el mundo, comprender hoy el papel de la masonería en la historia es fundamental.
Después de los horrores de la primera mitad del siglo XX, que Ian Kershaw describió en su libro anterior como un «descenso a los infi ernos», los años de 1950 a 2017 trajeron paz y prosperidad a la mayor parte de Europa. Enormes mejoras económicas transformaron el continente, y el período catastrófico de las guerras mundiales parecía ir quedando atrás.
Europa era entonces un continente dividido y el destino de los europeos estuvo marcado por los caprichos de la guerra fría y sometido a la inseguridad engendrada por la amenaza nuclear. En una compleja evolución de ascensos y caídas, se produjeron también el derrumbamiento del bloque soviético, la desaparición de las dictaduras o la reunifi cación de Alemania. Pero la globalización acelerada trajo nuevas fragilidades, y el impacto de las crisis entrelazadas después de 2008 fue la advertencia más clara para los europeos de que no había garantías de paz y estabilidad.
En este extraordinario libro, Ian Kershaw ha creado un gran panorama del mundo en el que vivimos y nos hará repensar Europa y lo que signifi ca ser europeo. Ascenso y crisis completa, con Descenso a los infiernos, lo que Harold Evans ha calificado como una obra de dimensiones épicas que «nos conecta con los grandes problemas de nuestro tiempo».
Esta nueva obra de Esteban Mira Caballos desmonta el viejo tópico que sostenía que la presencia de indígenas americanos en el Viejo Mundo se limitó a un puñado de ellos que trajeron algunos descubridores, como Cristóbal Colón, pero la realidad es que hubo un tráfico de indígenas con destino a los mercados esclavistas europeos. Hasta mediados del siglo XVI entraron a través del puerto de Sevilla y, en la segunda mitad de la centuria, por Lisboa.
Otros muchos llegaron voluntariamente: unos, para conocer los secretos de la tierra -como un turista del siglo XXI- y, otros, para solicitar sus derechos, acudiendo personalmente a la corte para entrevistarse con el soberano. Lo mismo reclamaban tierras de sus antepasados, que privilegios -como escudo de armas, o el derecho a portar armas o a usar caballos--.