Son muy conocidas las Fábulas de Esopo, pero no ocurre lo mismo con su vida. Esta Vida de Esopo que tienes en las manos —suerte de novela picaresca y de aventuras construida con estampas— nos narra las andanzas de aquel esclavo feo y simpático que acabó convertido en filósofo. Una historia tan erudita como popular, con graciosos diálogos picados que se balancean entre la dialéctica pura, los ditirambos lingüísticos y los malabarismos con la lógica.
En abril de 1775, la revuelta de las trece colonias estadounidenses contra la metrópoli británica fue como un disparo que, en expresión de Ralph Waldo Emerson, se escuchó en el mundo entero: comenzaba entonces una guerra que en pocos años condujo a la independencia de Estados Unidos; a su vez, en 1789, Francia tomaba el testigo revolucionario y pronto terminó con el Antiguo Régimen y una monarquía milenaria. Los ideales ilustrados de progreso, libertad e igualdad abrían de este modo perspectivas inusitadas al género humano que solo quedaron detenidas en 1799 con el acceso de Napoleón al poder. Los avances técnicos y científicos ponían en entredicho tradiciones y viejas supersticiones; la razón reemplazaba los dogmas de la religión; los grandes viajeros traían noticias de lejanos escenarios y modos de vida exóticos; los filósofos ideaban nuevas formas de contrato social y músicos como Mozart creaban obras inmortales mientras se rebelaban contra las tutelas de los poderosos. Pero ¿qué pensaban y sentían en este acelerado periodo personajes como María Antonieta o Robespierre?, ¿qué bullía en la mente de autores como Goethe, Schiller o Mary Wollstonecraft?, ¿qué ideas tenía el presidente George Washington sobre la esclavitud?, ¿cómo se produjo el motín del Bounty en el Pacífico Sur y qué consecuencias tuvo? Esta obra extraordinaria refleja las andanzas y peripecias de innumerables personajes que protagonizaron este momento estelar de la humanidad: artistas, escritores, políticos, pensadores, aventureros, viajeros, visionarios y algunos farsantes, todos ellos contribuyeron a crear los fundamentos y valores de un mundo que es también el nuestro.
«Vienen los persas». Tras oír estas palabras, Gorgo de Esparta entra en un peligroso mundo de dioses vengativos y héroes invencibles. Ahora sabe que un poderoso imperio amenaza a Atenas y a Esparta y quiere apoderarse de toda Grecia. Como princesa espartana, la sangre de Zeus corre por sus venas y le confiere el antiguo poder de transformarse en loba. Gorgo tendrá que recurrir a todo su valor y astucia para liderar a su ciudad en la mayor guerra de la historia, en la que combatirán hasta los propios dioses.
Hay un viejo rey, Juan Carlos, trágico y dos nuevos reyes, Felipe y Letizia, que caminan sobre alfombras rojas que cubren cadáveres. Hay una princesa, Leonor, protegida como si fuera el Santo Grial. Ella es la gran esperanza de la familia y su futuro. Hay amor, sexo y dinero. Hay muchísimo dinero. También hay traiciones, amenazas y ambición. Hay un álbum de fotos de la Familia Real de la revista ¡Hola! que no era real. Hay una frase de Shakespeare que resume lo sucedido: «La corona ha devorado al que la lleva» y otra que cuenta lo que sucede: «Inquieta yace la cabeza que lleva una corona».
Esta historia es un cuento que se acaba. Pero también otro que continúa.
Este libro es el relato esencial de los episodios que han sumido a la Casa Real en una crisis tan imprevisible como grave y el análisis que esos hechos requieren en tiempos de posverdad y desafección. El autor nos invita a conocer el qué, primero, y comprender el por qué, después, para entender la caída de Juan Carlos, por qué su derrumbe no causó el estruendo que debería haber provocado y cómo este se ha convertido hoy día en la mayor amenaza del trono de Leonor. De ella depende el incierto porvenir de la corona. Porque el reino se hereda siempre con todos sus fantasmas. Si es que se hereda...
«Para que todo siga como está, es necesario que todo cambie».
En 1614, Tokugawa Ieyasu prohibió definitivamente el cristianismo en todo su imperio y ordenó la expulsión de los misioneros y la condena a muerte de miles de cristianos.
¿Cuáles fueron las causas de la persecución a los cristianos en Japón? ¿Llegó el cristianismo a desaparecer? ¿Por qué nunca alcanzó gran relevancia entre las religiones practicadas en Japón? Responder a estas preguntas exige volver la mirada cinco siglos atrás –cuando los primeros cristianos llegaron al archipiélago– e intentar comprender el modo de pensar y vivir de aquellos japoneses.
A finales de 1596, un galeón español procedente de Manila, con rumbo a Acapulco, encalló en las costas de Japón. Los españoles confiaban en que los japoneses les facilitarían continuar su viaje, amparados en las buenas relaciones entre el gobernador de Filipinas y el caudillo militar nipón, Totoyomi Hideyoshi. Sin embargo, Hideyoshi confiscó la carga del galeón y condenó a los misioneros, y a varios cristianos laicos japoneses, a morir crucificados. La condena se ejecutó el 5 de febrero de 1597.
Los veintiséis cristianos condenados, que pasaron a la historia como mártires de Nagasaki, no fueron los primeros ni serían los últimos. Con la llegada al poder de Tokugawa Ieyasu, sucesor de Hideyoshi, se ordenó la prohibición definitiva del cristianismo en el país y la expulsión de todos los misioneros. Los cristianos –sacerdotes, religiosos o laicos; europeos, asiáticos o japoneses–, fueron quemados o decapitados.
UN RELATO DE LO QUE FUE EL JUICIO DE NÚREMBERG, DESDE SU GÉNESIS, AL INICIO DE LA GUERRA, HASTA SUS LEJANAS REPERCUSIONES EN LA CREACIÓN DE LA JUSTICIA INTERNACIONAL.
Alemania, octubre de 1945. Los Aliados, vencedores de la Segunda Guerra Mundial, se preparan para juzgar los crímenes cometidos por el Tercer Reich.
Durante un año, bajo la atenta mirada de la prensa de todo el mundo, una veintena de altos dignatarios del régimen nazi tendrán que responder de sus actos ante los magistrados del Tribunal Militar Internacional.
A partir de las actas del juicio y los testimonios, Annette Wieviorka relata Núremberg, este gran acontecimiento del siglo XX, desde su génesis, al inicio de la guerra, hasta sus lejanas repercusiones en la creación de la justicia internacional.