La invasión rusa de Ucrania, en la madrugada del 24 de febrero de 2022, trajo al mundo el inquietante recuerdo del estallido de la Primera Guerra Mundial de 1914. Al igual que cien años antes, el peligro inminente de una conflagración había estado a la vista de todos. En la ciudad polaca de Przemyśl, situada justo al otro lado de la frontera ucraniana, los ecos de 1914 resonaron con una fuerza ensordecedora. Al comienzo de la Gran Guerra, cuando el ejército del zar Nicolás II marchó hacia el oeste y parecía a punto de invadir la Europa central, fue a Przemyśl, una vetusta ciudad-fortaleza del Imperio austrohúngaro, adonde escaparon oleadas de refugiados en busca de un lugar seguro. Y fue Przemyśl, ciudad multiétnica habitada por polacos, ucranianos y judíos, quien desafiaría el sueño zarista de crear una “Gran Rusia” hasta los Cárpatos. Allí se libraría una de las batallas decisivas de la Gran Guerra, un encarnizado y despiadado asedio que frenó en seco la feroz acometida rusa contra las Potencias Centrales que hubiera cambiado el sino de la guerra. Una desgarradora historia que, a pesar de su capital relevancia, permanece casi desconocida en Occidente.
¿Cómo hemos pasado de sociedades pequeñas de cazadores-recolectores, en las que cualquier miembro ajeno a ellas era considerado un enemigo, a coexistir en civilizaciones extensas en las que nos codeamos cada día con multitud de desconocidos? ¿Qué se ha removido en nosotros para pasar del impulso xenófobo de hacer la guerra a los forasteros a convivir con ellos tratándolos con benigna desatención? ¿Cómo ha sido el tránsito de la ética de la sabana a la ética de la civilización?
Se ha producido una evolución importante desde la moral que imperaba hace millones de años en las minúsculas colectividades de nuestros ancestros hasta la actual moral de las civilizaciones extensas. Hemos alcanzado lo que se denomina dominio ecológico: estamos en lo alto de la cadena trófica y ya no tenemos depredadores importantes de los que preocuparnos. Ahora, las principales presiones de selección que se ejercen sobre nuestra especie proceden de ella misma.
La vida de los romanos corrientes como nunca se había visto
Cuando pensamos en la antigua Roma nos vienen a la mente senadores, emperadores, luchas de poder, lujo, termas, religión, arquitectura o códigos de leyes. Pero ¿cómo era realmente la sociedad romana? ¿Cómo vivía la gente común?
En Los olvidados de Roma, Robert Knapp muestra cómo la gente común buscaba ganarse la vida y prosperar en unos tiempos no siempre fáciles en los que la enfermedad, el hambre y la violencia estaban a la orden del día, sometida a unos poderes que, a menudo, la oprimían o ignoraban. Veremos cuáles eran los lazos entre los diversos grupos sociales y comprenderemos cómo los esclavos se convertían en forajidos o por qué los hijos de los libertos acababan formando parte del ejército. En definitiva, seguiremos las vidas de los ciudadanos olvidados de Roma. Escucharemos sus testimonios en la literatura, las cartas o las inscripciones, y buscaremos sus huellas en los relatos, los tratados, las obras de teatro o la poesía que creó la élite.
Este es, en suma, el retrato de los olvidados de Roma, que resultan imprescindibles para comprender su historia.
De Tácito no sabemos muchos datos biográficos importantes, más allá de algunos de los cargos políticos que ocupó en la administración imperial. Desconocemos fechas y lugares exactos de nacimiento y muerte e incluso se duda sobre su praenomen. Sin embargo, no hay prácticamente ninguna duda de que es uno de los historiadores fundamentales de la literatura latina, gracias sobre todo a dos obras que repasan la época imperial desde la muerte de Augusto: Anales e Historias. Este primer volumen de Anales es el relato, «año a año», del período que va del 14 al 37 d. C., es decir, desde la muerte de Augusto hasta la muerte de Tiberio. La crónica del reinado del emperador Tiberio adquiere en la pluma de Tácito una solemnidad trágica en la que brillan su estilo moderno y meditativo, además de sus célebres sentencias lapidarias.
Lo que hoy se conoce como mundo clásico, y que pervive entre nosotros a través de la historia de su recepción, es en realidad el precipitado de dos tradiciones, de dos culturas, en un sentido muy amplio de ambos términos que engloba aspectos tanto intelectuales como institucionales y materiales. El lema horaciano Graecia capta ferum victorem cepit intulit agresti Latio [La Grecia conquistada conquistó al feroz conquistador y trajo las artes al rústico Lacio] recoge solo de modo parcial esta idea: la Grecia conquistada enseñó a Roma sus artes, es cierto, pero fue Roma la que proyectó a Grecia por todo el imperio y hacia la posteridad, y la que hizo suyo el legado heleno para convertirlo en factor de su propia hegemonía imperial e identidad. Este libro se hace cargo de este enriquecedor hibridismo cultural. Especialistas de primer nivel analizan múltiples contextos, desde la política a la economía, desde la cultura a diferentes ámbitos de la sociedad, en los que cobró cuerpo el helenismo bajo hegemonía romana. La obra muestra que los frutos del hibridismo grecorromano trascendieron el mundo mediterráneo y presta particular atención a su decurso entre los siglos ii a.C. y ii d.C.
Fuego, sangre y resistencia: la vibrante crónica de Ramón J. Sender desde el frente en la Guerra Civil
La guerra civil española contada en primera línea por Ramón J. Sender. Contraataque es una crónica intensa y vibrante de los primeros meses del conflicto, desde el levantamiento de julio de 1936 hasta el asedio de Madrid. A través de su experiencia como miliciano republicano, Sender retrata con maestría el caos, la lucha y la esperanza de aquellos días decisivos. Esta edición rescata una obra clave del autor, cuya mirada incisiva y su prosa ágil nos sumergen en un testimonio directo de la historia. Un libro imprescindible para comprender el conflicto desde dentro.