La serie completa Taiheiki eiyūden (1867) —Héroes de la Gran Pacificación―, de Utagawa Yoshiiku (1833-1904), consta de cien estampas de heroicos guerreros de la historia japonesa, hombre dignos de admiración tanto en la victoria como en la derrota; en el triunfo o en el fracaso. Son los cien principales protagonistas del periodo Sengoku (finales del s.XV - finales del s.XVI), agitada época de guerras civiles, sangrientas batallas y presencia constante de la muerte. Son también los cien artífices de la unificación de Japón bajo el gobierno de los Tokugawa y del largo y estable periodo Edo (1603-1867).
UN DEBATE SOBRE LA CRUELDAD HUMANA A TRAVÉS DE LOS TEXTOS GRIEGOS
La antigua Grecia conoció la violencia en todas sus formas: guerras, matanzas, mitos crueles... Sin embargo, esta amenaza constante siempre se vio contrarrestada por escritores y filósofos helenos, que percibían su carácter inaceptable y alzaron sus voces para condenarla sin paliativos. Junto a estos alegatos contra la violencia, se defendieron otros ideales de humanidad, de justicia, de tolerancia y de solidaridad.
A través de numerosos testimonios antiguos, Jacqueline de Romilly analiza la mentalidad griega en relación con las diferentes formas de violencia y, sobre todo, muestra la indiscutible actualidad de una herencia que nos empuja a combatir contra ella.
Barcelona, 1958. La Policía detiene a la puerta de un hotel a Georges Laurent Rivara, agente de la banca suiza, que lleva años entrando al país sin que hasta entonces haya ocurrido nada. Pero esta vez es distinto. Su caída precipitará el mayor escándalo financiero internacional en lo que va de dictadura y pondrá en jaque a banqueros, empresarios, inversores y políticos en la España varada, y a la vez cambiante, de finales de los años cincuenta. El agente suizo es la historia de esa captura fundamental y de todo lo que vino despues: clientes desconcertados, multas millonarias, policías que se embolsan una buena recompensa, falangistas combativos, jueces desbordados y diplomáticos que no se creen lo que están viendo. Y es tambien la reconstrucción minuciosa, a partir de una docena de archivos suizos y españoles, de la peripecia trágica de Georges Rivara, empleado de la Societe de Banque Suisse, arrojado de pronto al centro de un huracán que le cambiará la vida. Apoyada en elementos genuinos de la novela negra, esta investigación retrata de primera mano los mecanismos de fuga de capitales en la España de mitad del franquismo, donde aún era ilegal poseer cuentas corrientes en el extranjero sin permiso del Estado. Por eso los cientos de ahorradores que se han saltado la ley deben.
En Nexus, Harari contempla a la humanidad desde la amplia perspectiva de la historia para analizar cómo las redes de información han hecho y deshecho nuestro mundo. Durante los últimos 100.000 años, los sapiens hemos acumulado un enorme poder. Pero, a pesar de todos los descubrimientos, inventos y conquistas, ahora nos enfrentamos a una crisis existencial: el mundo está al borde del colapso ecológico, abunda la desinformación y nos precipitamos hacia la era de la I.A. Con todo el camino andando, ¿por qué somos una especie autodestructiva?
A partir de una fascinante variedad de ejemplos históricos, desde la Edad de Piedra, pasando por la Biblia, la caza de brujas de principios de la Edad Moderna, el estalinismo y el nazismo, hasta el resurgimiento del populismo en nuestros días, Harari nos ofrece un marco revelador para indagar en las complejas relaciones que existen entre información y verdad, burocracia y mitología, y sabiduría y poder.
Examina cómo diferentes sociedades y sistemas políticos han utilizado la información para lograr sus objetivos e imponer el orden, para bien y para mal. Y plantea las opciones urgentes a las que nos enfrentamos hoy en día, cuando la inteligencia no humana amenaza nuestra propia existencia.
La información no es el principio activo de la verdad; tampoco una simple arma. Nexusexplora el esperanzador término medio entre estos extremos.
Una lóbrega tarde de noviembre de 1862, un rústico féretro recibía sepultura en medio de un escalofriante silencio, sin lamentos ni panegíricos por orden expresa del comisionado británico: «No debe quedar rastro que distinga el lugar donde descansen los restos del último mogol». El cadáver que ocupaba el ataúd era el de Bahadur Shah Zafar II, uno de los monarcas más tolerantes y gentiles de una extraordinaria dinastía que se vio al frente de un violento alzamiento, el motín de la India, condenado de antemano al fracaso. El sangriento sitio de Delhi, el Stalingrado del Raj, será su fin, el ocaso de su dinastía y el fin de una cultura incomparable.
Bahadur Shah Zafar II, el último emperador mogol por cuyas venas corría la sangre de Tamerlán y Gengis Khan, fue un místico, un gran poeta y un hábil calígrafo que, aunque privado del poder político real por la Compañía de las Indias Orientales, se rodeó de una brillante corte y presidió uno de los grandes renacimientos culturales de la historia de la India. En 1857, fue la bendición de Zafar a la rebelión de los cipayos de la Compañía la que transformó lo que en principio parecía un simple motín en el levantamiento más grande que el Imperio británico tuviese jamás que sofocar. El libro El último mogol. El ocaso de los emperadores de la India es un retrato de la deslumbrante Delhi que Zafar personificaba, la historia de los últimos días de la gran capital mogola y de su destrucción final en la catástrofe de 1857.
Es sabido que la Alemania nazi asesinó cerca de seis millones de judíos. Lo que no lo es tanto es que, junto al horror del Holocausto, los regímenes de Hitler y de Stalin asesinaron a otros ocho millones de civiles, la mayoría mujeres, niños y ancianos, solo en lo que Timothy Snyder denomina las «Tierras de Sangre».
Se suele identificar el horror del siglo xx con los campos de concentración. Sin embargo, la mayoría de las víctimas del nacionalsocialismo y del estalinismo nunca vio un campo de concentración ni de exterminio. Del mismo modo, los asesinatos en masa en Europa suelen asociarse con la muerte en cámaras de gas. Pero no fue el gas el método más empleado. Más de siete millones de civiles y prisioneros de guerra murieron porque se les negó la comida.
Por primera vez, el historiador Timothy Snyder describe en este libro la amplitud del horror que supuso el asesinato de catorce millones de ciudadanos europeos en solo doce años, los que van desde 1933 a 1945. El presente estudio implica aspectos militares, políticos, económicos, sociales, culturales e intelectuales, y se basa en la extensa documentación aparecida con la apertura de los archivos de la Europa oriental y los testimonios de las víctimas y de algunos verdugos.
Las Tierras de sangre no son un territorio político real o imaginario: son simplemente los lugares donde los regímenes políticos de Europa realizaron su obra más mortífera.