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EL MUSEO IMAGINARIO DE LAS OBRAS M.

¿Qué significa, desde el punto de vista filosófico, musical e histórico, hablar de la música en términos de «obras»? Lydia Goehr propone de forma elegante y persuasiva una respuesta, describiendo cómo el concepto de obra musical cristalizó plenamente en torno a 1800, y posteriormente definió las normas, expectativas y pautas de comportamiento que han llegado a caracterizar la práctica de la música clásica. En el contexto de un relato filosófico más general sobre el auge y la decadencia de los conceptos y los ideales, y de sus funciones normativas, Goehr aborda también los debates entre directores de orquesta, intérpretes de música antigua y músicos de vanguardia. Este libro es una de las principales contribuciones al campo de la filosofía de la música en los últimos cincuenta años. La presente edición revisada incluye un nuevo ensayo introductorio de la autora y un provocador prólogo de Richard Taruskin.
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EL NACIMIENTO DE LA CLINICA

¿Qué veía un médico, a mediados del siglo XVIII, cuando observaba la presencia de la enfermedad en el cuerpo del paciente? Sin duda, sus métodos y su discurso aún le debían mucho al mito, a las creencias y a la imaginación. A fines de ese siglo, sin embargo, la medicina experimentó un cambio radical: la fuente de la verdad médica pasa a ser el ojo atento, la percepción cuidadosa que registra manchas, irregularidades, durezas, color, adherencias. Esta vigilancia empírica, que nace con la Ilustración, se convierte en el nuevo principio que rige la relación con el paciente y que se presenta como garantía de exhaustividad y precisión. ‘El nacimiento de la clínica’, publicado en Francia en 1963, es un ensayo revelador acerca de la observación médica y sus métodos durante un breve pero fecundo período en el cual, en la práctica clínica, la mirada se tornó criterio de verdad y racionalidad. Hasta ese momento, el saber médico hablaba un lenguaje sin apoyo perceptivo. “El nuevo espíritu –explica Foucault– no es otra cosa que una reorganización sintáctica de la enfermedad, en la cual los límites de lo visible y de lo invisible siguen un nuevo trazo.” La enfermedad y aun la muerte, antes opacas, se ofrecen ahora ala claridad de la mirada. El libro aborda además dos temas centrales en la conformación de la clínica como ciencia: la reorganización del ámbito hospitalario y la adquisición, por parte del enfermo, de un estatuto propio en la sociedad. Constituye así un valioso esfuerzo por dilucidar no sólo el surgimiento de la medicina como ciencia, sino también el de una nueva experiencia de la enfermedad.
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EL NACIMIENTO DE LA TRAGEDIA

«¿Qué significado posee, justo en la mejor época, la más poderosa y más valiente de los griegos, el mito trágico? ¿Y el fenómeno monstruoso de lo dionisiaco?». La primera gran obra de Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, empezó siendo la provocación de un filólogo haciendo equilibrios entre ciencia y arte en la cuerda floja del malestar de la cultura, pero hoy ya conforma nuestra sensibilidad contemporánea. Por un lado, a partir de aquí se comprenden las rebeliones contraculturales, la desmitificación del principio de realidad burgués, la rebelión dionisiaca de la vida... Pero el viaje retrospectivo de Nietzsche también implica acceder de algún modo a un observatorio médico en el que la cultura burguesa asiste inerme y autocomplaciente al proceso suicida de la estetización de la política. En cualquier caso, la batalla más importante que se libra en este libro primigenio no es la del bárbaro Dioniso contra el prudente racionalista Sócrates, sino la del Apolo mediador cultural contra el Dioniso desenfrenado (Thanatos), un voraz agujero negro que se aprovecha del agotamiento de nuestra realidad disciplinada. Un ensayo sobre cómo la tragedia griega alcanzó la máxima perfección artística, a través de la oposición entre la terrible verdad y la resplandeciente belleza.
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EL OCASO DEL PENSAMIENTO

Los aforismos más descarnados del genial pensador rumano. Para Emil Cioran el papel de la filosofía no es otro que el de retorcer la vida por todos sus lados, recorrer de arriba abajo sus recovecos y entresijos, enseñarnos de nuevo el consuelo de la furia y recordarnos el arte de maldecir. Escrito en rumano en 1940, esta obra refleja las obsesiones del autor acerca del peso de la temporalidad sobre el alma, las enseñanzas vitales que nos depara el sufrimiento, la infinita melancolía por el paraíso perdido —si es que este existió alguna vez— y la añoranza por un éxtasis místico que nos permita olvidar, siquiera momentáneamente, nuestra finitud.
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EL ORDEN DEL DISCURSO (BOL)

Lección inaugural que ofreció Michel Foucault en 1970 en el Collège de France, este texto supuso el núcleo de sus investigaciones y adelantó todo un programa futuro de trabajo. Un texto capital de uno de los filósofos más importantes y reveladores del siglo XX.
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EL PARAISO QUE MERECE SER RECOBRADO

En 1843 H. D. Thoreau escribió una reseña de El Paraíso al alcance de todos los Hombres, sin Trabajo, mediante la Energía de la Naturaleza y la Máquina, de J. A. Etzler. La reseña criticaba las utopías tecnológicas que pretenden transformar el mundo con la excusa de conseguir un paraíso de abundancia y felicidad para el ser humano, mediante la aplicación y el desarrollo de las técnicas y la maquinaria industrial. Las obras de Thoreau no parecen suscitar hoy la rebeldía y la desobediencia que debiera inspirar una lectura consecuente de su obra, donde la experiencia de la naturaleza se convirtió en la defensa de una conciencia que corría el peligro de extraviarse con los avances de la modernización. No se trata en Thoreau, por tanto, de una defensa de la naturaleza como si de un protoecologista se tratase. Más bien nos encontramos ante la resistencia de la conciencia individual a las transformaciones que la economía industrial empezaba a propiciar en el siglo XIX. Hoy vivimos la culminación de esa época y sus desastrosas consecuencias. Las desaforadas utopías tecnológicas ya no sólo pretenden transformar el mundo para ofrecernos un inmenso y artificial Jardín del Edén, sino que, ante la constatación del fracaso de sus intentos, la única respuesta es una nueva vuelta de tuerca en el acondicionamiento tecnológico, que se extiende a cada vez más ámbitos de la existencia. El cultivo de nuestra conciencia no sólo ha perdido su relación con la naturaleza, sino que puede llegar a ser prescindible en un mundo donde todo lo producido tendrá la marca de «inteligente» para evitarnos el trabajo de serlo nosotros. Quizá sea demasiado pedir que los libros tengan hoy la capacidad de inspirar, siquiera de conmover, a quien los lee. Si con El paraíso —que merece ser— recobrado contribuimos, al menos, a ofrecer una oportunidad para el cultivo de cierta rebeldía contra este estado de cosas, nos daremos por satisfechos.
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