Sin pretender ser una guía exhaustiva, dada la moderada extensión de la obra y los numerosos vínculos y estratos de los escritos de Campanella, la intención es que esta traducción sirva para acceder tanto al texto como, gracias al mismo, a una primera visión de conjunto del autor y de sus planteamientos.
Una pregunta se le impuso a Compagnon mientras preparaba su último curso en el Collège de France: ¿cómo culminar una vida consagrada a la escritura? De Montaigne a Barthes, la literatura se ha ocupado de la muerte al abordar temas como el duelo y la melancolía, pero la obra tardía de los escritores ha suscitado menos interés que el estilo de vejez de pintores y músicos, más afectado por el declive de los sentidos. Estos ensayos constituyen, pues, una meditación sobre el relato final de la existencia, pero también sobre lo sublime, las ultima verba, el canto del cisne, las segundas oportunidades y el poeta eterno, para reunir un valiosísimo compendio de las inestimables perspectivas que los textos nos ofrecen.
Confesiones de un hereje es una colección de ensayos provocativos, donde cada confesión revela aspectos del pensamiento del autor que sus críticos probablemente le habrían aconsejado silenciar.
En esta selección, que abarca desde el arte y la arquitectura hasta la política y la conservación de la naturaleza, Scruton desafía la opinión popular sobre aspectos clave de nuestra cultura: ¿Qué podemos hacer para proteger los valores occidentales contra el extremismo islamista? ¿Cómo podemos fomentar una verdadera amistad a través de las redes sociales? ¿Por qué vale la pena preservar el Estado-nación? ¿Cómo debemos lograr una muerte oportuna frente a los avances de la medicina moderna?
El presente volumen reúne una serie de ensayos sobre cuestiones de teoría del conocimiento, metafísica, filosofía del lenguaje y de la acción, escritos por especialistas de diversa procedencia. Se abordan temas como la naturaleza del conocimiento y su relación con la voluntad, el problema del escepticismo y la realidad del mundo externo, la interpretación lingüística, la metáfora y la autoridad de la primera persona, así como la cuestión de la definición de la mentira y el engaño, el bullshit y su papel en los discursos políticos autoritarios, y las condiciones de la responsabilidad moral.
Se dice a menudo que las lenguas están para entenderse, al igual que se ha vuelto un cliché afirmar que la diversidad lingüística es un bien que nos enriquece a todos. Sin embargo, las lenguas suscitan enconadas querellas y son fuente de enfrentamientos políticos cuando se convierten en potentes marcadores identitarios, como vemos en el caso de los movimientos nacionalistas. Existe además una preocupación creciente por su desaparición en todo el mundo, lo que se denomina «la muerte de las lenguas», sobre la que vienen alertando activistas y expertos y de la que se hacen eco instituciones internacionales como la Unesco o el Consejo de Europa. Hay, en definitiva, demasiadas cosas que se dan por supuestas en las discusiones sobre las lenguas y la diversidad lingüística que están plagadas de metáforas, falacias, clichés y excesos retóricos. En este lúcido ensayo, Manuel Toscano plantea la necesidad de desbrozar el terreno para una reflexión ecuánime sobre el uso de los idiomas como medio de comunicación, patrimonio cultural y seña de identidad. Con datos y argumentos contrastados, repasa la situación a escala global, expone en qué consiste el valor comunicativo de una lengua y los mecanismos que operan en el surgimiento de una lengua franca, sopesa el papel de la lealtad de los hablantes así como las tesis del nacionalismo lingüístico o la noción de lengua propia, y analiza, por último, el complicado asunto de los derechos lingüísticos.
Para Weil, la colonización es un crimen que destruye formas de vida y modos de pensar, que priva a los pueblos de su pasado, reduciéndolos al estado de materia humana, y que ejerce su efecto también sobre las naciones colonizadoras y sus ciudadanos, quienes se ven amenazados por el mismo daño que han causado: el desarraigo. La autora denuncia además las contradicciones a este respecto de la Francia heredera de la Revolución y de la izquierda francesa: «Me avergüenzan aquellos a los que siempre me he sentido más cercana. Me avergüenzan los demócratas franceses, los socialistas franceses, la clase obrera francesa». Según Weil:
«La cuestión, siempre, allí donde hay opresión, es saber quién hace que el corazón de los oprimidos se llene de amargura, de resentimiento, de rebeldía, de desesperación […] ¿Existe en alguna parte una raza de hombres tan naturalmente servil que pueda ser tratada con desprecio sin despertar en ella al menos una protesta muda, un resentimiento impotente? […] Todos los hombres, sean cuales fueren su origen, su medio social, su raza, el color de su piel, son seres orgullosos por naturaleza. Dondequiera que se oprime a los hombres se suscita inevitablemente la rebelión, tal como la compresión de un muelle desencadena la liberación de su fuerza.»