Los vestigios de Abjasia, un país que no existe, una fábrica abandonada transformada en decorados para Hollywood, la Línea Verde de Chipre, la ciudad fantasma que dejó la catástrofe de Chernóbil, un cine modernista en Bruselas, insólitas fortificaciones del siglo XVIII en Italia, la ciudad de Tskaltubo y sus “aguas de la inmortalidad”, una de las termas más antiguas de Rumanía…
Roman Robroek es un fotógrafo del sur de los Países Bajos fascinado por la arquitectura urbana. Sus espectaculares fotografías de lugares olvidados en el mundo entero han ganado múltiples premios. ¿Cuál es la historia de estos edificios? ¿Quiénes vivían en ellos? ¿Para qué servían esos objetos y por qué los abandonaron? Su insaciable curiosidad por estos temas le llevó a ser fotógrafo urbano. Patrimonio abandonado es el resultado de diez años explorando lugares fantasmales en busca de respuestas.
Tras los libros de Paulino Viota sobre Ford y Godard, aparecidos en esta misma colección, ha llegado el momento de homenajear al autor y hombre de cine en su faceta de profesor, un docente carismático, divertido, profundo, que penetra junto a sus alumnos en la historia del cine como en un refugio cotidiano desde el que contemplar el mundo y afilar la imaginación. Se transcriben aquí (salvando, en la medida de lo posible, la singularidad de la palabra y la teatralidad de los gestos de aquel contexto privilegiado) las cinco clases de un curso de 2012 sobre la teoría del cine de Eisenstein impartido en la Filmoteca de Santander, en las que asistimos a la paulatina clarificación del complejo pensamiento de uno de los mayores cineastas que han existido, a su vez principal teórico del montaje desde sus posibilidades rítmicas, plásticas y orgánicas, a sus capacidades relacionales, afectivas e intelectuales. Pero El genio de Eisenstein es mucho más que el trazo de un curso o la memoria compartida de la enseñanza de un experto, ya que Viota, para paliar la ausencia de las proyecciones de fragmentos fílmicos que interrumpían el flujo de las explicaciones, ha completado un exigente apartado de análisis y descripciones (que diseccionan los momentos álgidos de la obra del director de El acorazado Potemkin o las secuencias de otras películas traídas a colación, como el inolvidable «camino hasta el beso» de Recuerda de Hitchcock), lo que supone su mayor aportación hasta la fecha a la obra del venerado artista soviético.