Wilhelm Furtwängler (1886-1954) fue el representante más eminente de la gran «tradición alemana». Considerado, junto con Karajan, Bernstein o Carlos Kleiber, uno de los más legendarios directores de orquesta del siglo XX, por sus interpretaciones -donde algunos creen traslucir cierta noción de verdad-, Furtwängler fue y será siempre, para muchos, una especie de oráculo. La valía de su legado es más que evidente y sus grabaciones continúan siendo una referencia. Pero la clave de su permanencia en el inconsciente colectivo trasciende lo estrictamente musical. Para la política cultural nazi, la música jugó un papel de suma relevancia, destinada a cimentar la superioridad del pueblo alemán, su grandeza y eternidad, lo que llevó a apropiarse de los grandes clásicos alemanes y austríacos bajo la denominación ideológica de «música alemana». Sin la participación de los músicos coetáneos, dicha política cultural del Reich no hubiese sido posible.
En Please, Please Tell Me Now, el reconocido biógrafo de rock Stephen Davis cuenta la historia de Duran Duran. Su apariencia de niños buenos les convirtió en estrellas, pero fue su brillante maestría musical lo que los llevó a una serie de éxitos número uno. A finales de la década habían vendido 60 millones de álbumes; a día de hoy, más de 100 millones.
Davis remonta sus raíces al austero malestar británico de la década de los 70. Guapos, británicos y jóvenes, Duran Duran fueron quienes encabezaron el concierto Live Aid y la banda se movía en los círculos más glamurosos: Nick Rhodes (teclista) se hizo cercano a Andy Warhol y a la princesa Diana y John Taylor (bajista) salió con la chica mala por excelencia, Amanda De Cadanet. Con éxitos atemporales como «Hungry Like the Wolf», «Girls on film», «Save A Prayer» o el tema más vendido de James Bond, «A View To a Kill».
Con entrevistas exclusivas con la banda y fotos nunca antes publicadas de sus archivos personales, este libro ofrece el relato definitivo de una de las bandas más importantes en la historia de la música.
Max Ernst (1891-1976) transformó todo lo que tocó con una originalidad artística sin igual. Se convirtió en una de las figuras más importantes del dadaísmo y del surrealismo que ensanchó las fronteras del arte y rompió con la visión limitada de la cultura de su tiempo. Impulsado por la reacción a los horrores de la Primera Guerra Mundial, se convirtió en un pionero del movimiento dadaísta. La cancelación de la famosa exposición dadá en Colonia por “obscenidad” llevó a Ernst a pasar el resto de su vida en París, donde entró en contacto con los surrealistas.Por encima de todo, Ernst destaca por la variedad de estilos y técnicas que empleó. Su obra abarca desde la pintura, el dibujo y la escultura, pasando por textos y escenografías, hasta novelas de collage y el desarrollo de su propia técnica de frottage. Durante la Segunda Guerra Mundial, Ernst, como muchos de sus colegas, se convirtió en un “extranjero indeseable” y se vio obligado a emigrar, aunque regresó a Francia después de la guerra. Siguió desarrollando una carrera que abarcó décadas, y en 1954 recibió el Gran Premio de Pintura en la Bienal de Venecia.Este libro es un viaje por la magia, la intensidad y la fantasía. Es una puerta de entrada a la mente y el mundo complejo de Max Ernst.
La belleza de la naturaleza y la soledad del hombre son temas dominantes en la obra de Caspar David Friedrich (1774-1840). El artista con frecuencia dispone una pequeña figura humana en un amplio paisaje, como en sus famosos lienzos Monje a la orilla del mar y El caminante sobre el mar de nubes. Durante mucho tiempo, la importancia y la influencia de este gran pintor romántico fueron subestimadas. Cuando murió, Friedrich había sido olvidado ya por sus coetáneos y no fue redescubierto hasta principios del siglo xx. Actualmente, se le considera el pintor alemán más importante de su generación y un precursor del expresionismo.
While anchoring his practice in the traditions of antiquity and the Renaissance, Auguste Rodin (1840–1917) paved the way for modern sculpture. From a very early stage, he was interested in movement, the expression of the body, chance effects, and the incomplete fragment. It was these elements that gave shape, and the impression of life, to such famous works as The Kiss and The Thinker.
Poets and intellectuals brushed shoulders in bustling coffeehouses, young avant-gardists heralded a new era in social and sexual liberalism, waltzes resounded through the Ringstrasse, the Vienna Secession preached: “To every age its art — to every art its freedom;” and tremors warned of looming political disintegration when the Austrian capital passed into a new century.
Across economics, science, art, and music, Vienna blossomed into a “laboratory of modernity,” one which nurtured some of the greatest artistic innovators—from Egon Schiele’s unflinching nude portraits to Gustav Klimt’s decadent Portrait of Adele Bloch-Bauer I, from the ornamental seams and glass floors of Otto Wagner to Ditha Moser’s calendars adorned in golden deities.