Max Ernst (1891-1976) transformó todo lo que tocó con una originalidad artística sin igual. Se convirtió en una de las figuras más importantes del dadaísmo y del surrealismo que ensanchó las fronteras del arte y rompió con la visión limitada de la cultura de su tiempo. Impulsado por la reacción a los horrores de la Primera Guerra Mundial, se convirtió en un pionero del movimiento dadaísta. La cancelación de la famosa exposición dadá en Colonia por “obscenidad” llevó a Ernst a pasar el resto de su vida en París, donde entró en contacto con los surrealistas.Por encima de todo, Ernst destaca por la variedad de estilos y técnicas que empleó. Su obra abarca desde la pintura, el dibujo y la escultura, pasando por textos y escenografías, hasta novelas de collage y el desarrollo de su propia técnica de frottage. Durante la Segunda Guerra Mundial, Ernst, como muchos de sus colegas, se convirtió en un “extranjero indeseable” y se vio obligado a emigrar, aunque regresó a Francia después de la guerra. Siguió desarrollando una carrera que abarcó décadas, y en 1954 recibió el Gran Premio de Pintura en la Bienal de Venecia.Este libro es un viaje por la magia, la intensidad y la fantasía. Es una puerta de entrada a la mente y el mundo complejo de Max Ernst.
En lienzos rebosantes de luz, color y velocidad, los futuristas crearon uno de los testimonios más vívidos del giro tecnológico del siglo xx. Este libro presenta las figuras clave, influencias y controversias de un movimiento, que defendía el progreso y glorificaba la guerra y, al mismo tiempo, despreciaba la feminidad y socavaba la élite de la academia.
Abstraction shook Western art to its core. In the early part of the 20th century, it refuted the reign of clear, indisputable forms and confronted audiences instead with vivid visual poems devoid of conventional representational imagery and characterized by allegories of emotion and sensation.
This radical artistic adventure established new artistic means, as much as narratives. Expression became characterized by shocking juxtapositions of color, light, and line. Artists abandoned the conventions of brush and easel and played with new materials and methods of artistic gesture: commercial paints and housepainter’s brushes, working on unstretched and unprimed canvases, moving the canvas to the floor, and applying paint with hands.