A veces el amor llega cuando no lo esperas.
Cuando crees que no podrás amar nunca más.
Cuando piensas que no es el momento adecuado.
Pero eso es lo bonito del amor, que no avisa.
Gabriela está enamorada, pero de repente todo se rompe en mil pedazos. El dolor, la culpa, y los recuerdos la persiguen, y acude a sus amigas, que son su mejor refugio. Parece que nada la deja avanzar, hasta que un día aparece un rayo de luz en su vida.
Bruno huye de una relación complicada y no quiere saber nada del amor. Se ha repetido un millón de veces que no caerá de nuevo en el mismo error, pero uno no puede elegir cuándo enamorarse.
Todo es más simple de lo que parece, por eso mismo a veces un «te quiero» a destiempo es lo que necesitamos.
Quique y Teo acaban de volver de Roma de vacaciones, y el topo Felipe los espera impaciente en el jardín. Gracias a su reloj mágico, esta vez podrán viajar hasta la Roma de la Antigüedad! Una vez allí, los tres visitarán los diferentes lugares de la ciudad y conocerán las construcciones más emblemáticas.
Además, también aprenderán que, en la época de los romanos, las letras también servían para contar, y ayudarán a Marcos, el hijo del cónsul, a encontrar las letras desaparecidas que alguien ha escondido en diferentes sitios de la ciudad.
Otro viaje en el tiempo del topo Felipe, esta vez a los juegos olímpicos de la Antigua Grecia.
El topo Felipe se reencuentra con sus queridos Quique y Teo. En el cole se celebran unas jornadas deportivas con el motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos. Felipe les cuenta que las olimpíadas ya se celebraban en la Grecia clásica. Con el reloj mágico deciden viajar hasta la primera edición de los juegos, en el 396 a.C. en la ciudad de Olimpia. Una vez allí, los tres amigos conocerán a Corebus, el auriga de la princesa Cinisca, y a Perla, su yegua. Perla está enferma y no puede competir en la carrera, pero Felipe ayudará a que se recupere.