Los héroes mueren. Los cobardes viven. Los invasores descendieron de los cielos y sometieron a su pueblo antes de que Ruying naciera, ni siquiera la magia pudo detenerlos. Ahora, en un imperio conquistado, la prioridad de Ruying es mantenerse a sí misma y a su familia a salvo. Pero cuando el poder mágico de Ruying sobre la muerte es descubierto por un príncipe extranjero, este le hace una retorcida propuesta: si se convierte en su asesina y elimina a sus rivales políticos (gente malvada y brutal cuya desaparición beneficiaría a ambas naciones), su familia no volverá a pasar hambre ni sufrir daño alguno nunca más. Aceptar este pacto la obligaría a usar unos poderes que siempre le han dado miedo, poderes que le arrebatarían a ella misma años de vida. ¿Podrá Ruying confiar en la encantadora sonrisa del príncipe y en su promesa de un mundo mejor? ¿Valdrá la pena el sacrificio que le propone o supondrá el inicio de una guerra? ¿Es posible que con la excusa de proteger a su familia esté a punto de traicionar por completo a su nación?
Evelina Westerly siempre ha sido la mala. Es el cerebro del imperio de la droga que dirige su padre y no tiene piedad. Reparte sus días entre perfeccionar su invernadero y tratar de vengar el asesinato de su hermana. No tiene tiempo para nada más, y mucho menos para el amor. Tras una aventura de una noche con un hombre muy atractivo en un club nocturno, vuelve a su vida criminal..., hasta que ese mismo hombre aparece de nuevo, esta vez trabajando para los Westerly, y con otro nombre.
Seventeen-year-old Leopold Berry is seeing weird things around Los Angeles. A man who pops a tooth into a parking meter. A glowing trapdoor in a parking lot. A half-mechanical raccoon with its tail on fire that just won’t leave him alone. Every hallucinatory moment seems plucked from a cheesy 1990s fantasy TV show called Max's Adventures in Sunderworld—and that’s because they are.
Not a good sign.