Beth vuelve a la ciudad universitaria tras más de un año fuera. Esta vez sabe quién es y está dispuesta a crearse su propio destino a medida día y a día y a dejar que las mariposas desaten su efecto si es así como tiene que ser.
Ben sabe que una vez se metió de lleno en la boca del lobo y ni siquiera le preocupa que no exista la salida, porque tiene claras sus prioridades: no hay nada que pueda interponerse entre él, el teatro y las personas a las que quiere.
Y Chris… Chris hace tiempo que perdió la esperanza de que un «para siempre» no sea tan solo un imposible más.
Continúa una serie llena de fantasía, peligros, amor y traiciones.
Era plenamente consciente de que no podría pagar nunca el préstamo que pedí para poder salvar a mi tía enferma, pero aun así debía hacerlo. Para devolver mi deuda fui vendida como esclava, pero se me envió a la corte del Rey Elfo y me convertí en su ayudante.
El Rey Elfo es rico, extremadamente guapo y brillante, por lo que encontrar a alguien para que se case con él no debería ser complicado. El único problema es que rechaza a todas las candidatas, lo cual dificulta mi trabajo como su asistente.
«Primer día de instituto... ¿nerviosa yo? ¡Qué dices!
Es solo que este año ha estado lleno de cambios: tengo compañeros nuevos, mi amiga Nadia se ha ido a otro insti, mi hermano nace en breves y luego está Klaus... no sé qué pasará entre nosotros. Además, ¡creo que mi madre tiene novio!
Las cosas están cambiando demasiado rápido... ¡Qué fuerte todo!»
La cosa se pone calentita para Greg Heffley cuando descubre que meter a tropecientos familiares en una diminuta casa de la playa con la temperatura a tope es la receta perfecta para el desastre.
Hablando de recetas, los ingredientes de las legendarias albóndigas de la abuela siempre han sido top secret. ¿Logrará Greg destripar los misterios familiares antes de que se terminen las vaca...
¡El diario más loco de Gero!
¡Hola! Si aún no me conoces, soy Geronimo Stilton. Sé que es un nombre demasiado largo, así que llámame Gero. Vivo en Ratonia y, cuando no me queda más remedio, voy al colegio. Eso si no me cruzo con alguna señal de «Prohibido». Ahí solo se me ocurre hacer una cosa. ¡¡¡IGNORARLA!!!