Si apeláramos ambos a un juicio imparcial de las naciones cultas, y preguntáramos cuál es el verdadero pirata, entre el General Luperón que montaba el vapor Telégrafo, procuraba salvar la integridad territorial del suelo que lo vio nacer, o el Presidente Grant, que envía sus vapores a ampararse de Samaná, sin previa autorización del Congreso Americano, la solución no sería a mi ver muy difícil. Señor Presidente: S. E. ha abusado de la fuerza para proteger la más baja corrupción. Y si es cierto que es humillante para el pueblo dominicano tener mandatarios tan traidores, no es menos indecoroso para el gran pueblo americano el que su Gobierno consienta en tan ruines achicamientos. Para ambas naciones el hecho es afrentoso. Gregorio Luperón (Carta al Presidente Ulysses S. Grant de los Estados Unidos).
Los personajes tipo "Chibi" tienen una apariencia adorable que atrae la mirada al instante. Son tiernos y simpáticos, con grandes cabezas, ojos expresivos y cuerpos pequeños. Los chibi son niñas y niños que van a la escuela, hacen deporte o se disfrazan para celebrar una fiesta, pero también increíbles seres mágicos o graciosos animalitos con cuerpos redonditos y ojos enormes. ¡Diviértete dándoles color!
Nuestro pedazo de isla, nuestra bella y entrañable Quisqueya, ha sido desde sus orígenes mismos, una ingenua a la que casi todos, de una manera u otra, de buena o de mala fe, han engañado; han usado para servir intereses extranjeros o intereses particulares, según fuere el momento histórico que se estuviese viviendo. Manolo Tavárez Justo
Para que esto se realice creo que, si el capital mejor aconsejado se decidiera a hacer concesiones, a reintegrar hasta cierto punto a los trabajadores en la situación que antes tenían; a hacerlos si no socios, a lo menor participantes en cierto grado de los proventos que recauden; a convenir con la equidad que requieren todos los contratos humanos, sobre todo en aquellos que se desea obtener cooperación enérgica y eficaz en trabajos rudos como son los del campo. Pedro Francisco Bonó
¿Qué derecho podían invocar los gobernantes norteamericanos para atropellar así la libertad de un pueblo soberano? ¡Ninguno! se hacían culpables de un gravísimo delito, que atentaba contra nuestra nación. Contra América y contra el resto del mundo. El principio de No Intervención, base fundamental de las relaciones entre los pueblos civilizados, fue tan brutalmente desconocido que aún se escucha por toda la vastedad del planeta el eco de la más dura repulsa contra los invasores. Francisco Alberto Caamaño Deñó 3 de septiembre de 1965