Maximiano Etrusco (siglo VI d.C.) es el último representante de la elegía latina. Este poeta se muestra como un digno heredero de Tibulo, Propercio y Ovidio, tendiendo un puente entre la poesía amatoria de la época clásica y la medieval.
En sus seis elegías —compuestas en dísticos elegíacos con una extensión de 686 versos— el autor hace un repaso a su vida amorosa desde su juventud hasta su actual senectud, con un aparente marcado carácter autobiográfico. El desencadenante de su producción poética fue un fracaso sexual, debido a su avanzada edad, lo que da lugar a un amargo lamento contra la vejez por los achaques que comporta. La añoranza por su juventud perdida, a la que Maximiano ensalza hiperbólicamente, contrasta con su edad senil actual, a la que vitupera. Esta situación lleva al poeta a desear incluso la muerte como liberación. El contenido gira pues en torno a los temas universales del amor, la vejez y la muerte, con frecuentes sentencias moralizantes. El tono de la composición va desde una delicada sutileza hasta la crudeza más explícita en sus descripciones.
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