En Paula, Isabel Allende relata, junto al lecho en el que agonizaba su joven hija, la historia de su familia para regalársela cuando se recuperara. El resultado es un autorretrato de gran emotividad.
En La suma de los días le cuenta las andanzas de su familia en California. Le habla de una casa abierta, llena de gente y de personajes literarios, y protegida por un espíritu: hijas perdidas, nietos y libros que nacen, éxitos y dolores, junto a divorcios, encuentros, amores, separaciones y reconciliaciones. También es una historia de amor entre un hombre y una mujer maduros, que han salvado muchos escollos sin perder ni la pasión ni el humor, y de una familia moderna, desgarrada por conflictos y unida por el cariño.