Tras los últimos cambios en la oficina del FBI en Nueva York, Pendergast se ve obligado a aceptar una condición inconcebible para conservar su empleo: el ferozmente independiente agente especial deberá ahora trabajar con un compañero.
Pendergast y su nuevo colega, el agente Coldmoon, son destinados a Miami Beach, donde una serie de homicidios cometidos por un sanguinario psicópata presenta un desconcertante modus operandi: el asesino les arranca el corazón a sus víctimas y lo abandona -junto con unas misteriosas cartas manuscritas- sobre distintas lápidas de cementerios locales. Las tumbas están conectadas solo por una extraña circunstancia: todas pertenecen a mujeres que se suicidaron.
Sin embargo, la aparente falta de relación entre los antiguos suicidios y los nuevos asesinatos pronto es la menor de las preocupaciones de Pendergast. Porque, a medida que profundiza, el agente descubre que los crímenes pueden ser la punta del iceberg... y que se encuentra frente a una conspiración letal cuyos orígenes se remontan a décadas atrás.