Sólo hay un tipo de juguetes que a Víctor no le gustan: los que se comparten. Los juguetes son sagrados. Nunca se los deja a nadie.
Cuando su familia decide irse de vacaciones a San Francisco con un intercambio de casas, Víctor esconde todos los juguetes en un cofre de madera cerrado con llave para asegurarse de que la niña de Estados Unidos que va a ir a su casa no pueda usarlos. Pero cuando llega a San Francisco a la casa de intercambio, Víctor descubre que la niña le ha dejado todos los juguetes para que se divierta con ellos.