El nombre del poeta francés Jules Laforgue (1860-1887) está vinculado al movimiento conocido como «decadentismo», que mantiene estrechas relaciones con el simbolismo. Es Laforgue quien da una forma poética al espíritu decadente. En la mayoría de los decadentes -y en especial en Jules Laforgue- se detecta el sentimiento de haber nacido demasiado tarde. Imposible volver a Víctor Hugo. Hay que liberarse de su influencia. Hay que hallar nuevos caminos. Todos se muestran de acuerdo a la hora de despreciar el siglo en que viven, pero nadie puede poner en duda que ese siglo ha producido obras admirables, incluso para ellos mismos.
En 1885 aparecía el primer libro de poemas de Laforgue con el título de Les Complaintes, mostrándose ya como un poeta original y plenamente atractivo con tan sólo veinticinco años. El paso estaba dado.
Laforgue había hallado su camino, su verdadero camino; una forma de expresión que definía una estética vanguardista y renovadora. Su verso, a menudo dislocado, es la imagen de una naturaleza vibrante e inestable. En su lenguaje se mezclan los términos triviales y los términos raros, los tópicos y los neologismos, todo ello en un intento de reflejar el desorden de un pensamiento que no logra liberarse de sus obsesiones.
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