En 1937, tras un año de Guerra Civil, el Gobierno de la República activó la Operación Schulmeister con el objetivo de lograr la retirada de la ayuda de Hitler y Mussolini al bando nacional, para lo cual se planteó la cesión de territorios como las Baleares, Canarias o el Marruecos español. Dada la importancia del botín en juego, las grandes potencias desplegaron una estrategia diplomática con espías, empresas pantalla y testaferros destinada a controlar el Mediterráneo occidental. A pesar de la posterior oposición de Franco a la enajenación de Mallorca, Mussolini compró la tercera finca en extensión de la isla con el fin de colonizarla y establecer en ella una cabeza de puente para el futuro.
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