JAPANESE WOODBLOCK PRINTS. (40TH ED.)
Del retrato que hizo Edouard Manet del escritor naturalista Émile Zola ante una estampa japonesa a las meticulosas copias de los grabados de Hiroshige que Van Gogh coleccionó con devoción, los pioneros del modernismo europeo del siglo XIX no ocultaron su amor por el arte japonés. En toda su sensualidad, libertad y efervescencia, la xilografía es el ejemplo por antonomasia de la ola de japonismo que primero cautivó a Francia y más tarde a toda Europa, a menudo en forma de objetos “exóticos” malinterpretados que contribuyeron a inspirar la creatividad occidental.
La xilografía japonesa es un fenómeno sin equivalente en el arte occidental. Algunas de las ideas más disruptivas del arte moderno —entre ellas, como expresó Karl Marx, que “todo lo sólido se derrite en el aire”— se inventaron en Japón a principios del siglo XVIII y se expresaron como nunca antes en las obras de maestros de la talla de Hokusai, Utamaro e Hiroshige a principios del siglo XIX.
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