IGUALDAD

Thomas Piketty y Michael J. Sandel abordan aquí temas que abarcan la economía, la filosofía y la historia, y valoran cuánto hemos avanzado en la lucha por lograr una mayor igualdad entre las personas de todo el mundo. Al mismo tiempo, afrontan las profundas divisiones que aún persisten a causa de la desigual riqueza, el mal uso del poder y el deseo de estatus y muestran tanto sus acuerdos como sus discrepancias. Este diálogo nos permite vislumbrar nuevas posibilidades para el cambio y la justicia sociales, pero también es un recordatorio de que el lento progreso hacia una mayor igualdad para todos nunca llega sin un profundo conflicto social y la lucha política.
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Especificaciones de productos
Autor PIKETTY / SANDEL
Editora Debate
Encuadernado TAPA BLANDA
Páginas 152
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CARMAGEDDON (AUTOCALIPSIS)

El automóvil fue uno de los inventos más milagrosos del siglo XX. Prometía libertad, estilo y utilidad. Pero a veces, en lugar de mejorar nuestras vidas, la tecnología simplemente empeora las cosas. Durante el siglo pasado los automóviles llenaron el aire de contaminantes tóxicos y alimentaron el cambio climático. Los automóviles han robado el espacio público y han hecho que nuestras ciudades sean más feas, más sucias, menos útiles y más desiguales. Los coches han causado decenas de millones de muertos y heridos. Nos han hecho perder nuestro tiempo y nuestro dinero. Knowles describe el auge del automóvil y los costos que todos asumimos como resultado de ello, rastrea las fuerzas y decisiones que normalizaron los automóviles y consolidaron nuestra dependencia de ellos y nos muestra las formas en que el uso del automóvil ha impactado en la vida de las personas: desde Nairobi, donde pocas personas poseen un automóvil pero la ciudad todavía está envuelta en smog, hasta Houston, donde la autopista Katy Freeway tiene unos apabullantes veintiséis carriles y hay treinta plazas de aparcamiento para cada residente, terreno suficiente para ocupar París diez veces. Pero también revela otras formas mejores de vivir, analizando ciudades como Ámsterdam, Copenhague, Tokio y Nueva York.
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HISTORIAS DE PERSIA

Cuando en 1978 Edward Said acuñó el concepto de «orientalismo» en su libro homónimo, justamente célebre, y tachó de inventores a Esquilo y Heródoto, quizá no le faltara razón, pero lo cierto es que se dejó en el tintero otros nombres griegos. El de Ctesias no es el menor de ellos. Nacido en torno al 451-441 a.C. en Cnido, Asia Menor –territorio a la sazón perteneciente al Imperio aqueménida–, en el seno de una distinguida familia de médicos, los Asclepíadas, Ctesias de Cnido, médico a su vez de profesión, atendió personalmente al Gran Rey Artajerjes II y su familia. Este prolongado servicio le dio acceso privilegiado a mucha información, así como a numerosas y ricas tradiciones orales, sobre los territorios integrados en un imperio que abarcaba desde Chipre o Líbano hasta áreas de Afganistán, Turk­me­nis­tán y –al menos nominalmente– el propio valle del Indo. Tras regresar a la Hélade, Ctesias seguramente terminó de redactar una serie de obras que conservamos de forma fragmentaria: fundamentalmente, las Relaciones de la India (Indiká), de tipo paradoxográfico, y, sobre todo, las Historias de Persia (Persiká). A caballo entre la incipiente historiografía y lo que luego será la novela, las Historias de Persia son una fuente capital para la comprensión no solo de la historia y la cultura de la Persia aqueménida, sino también de cómo los griegos representaron la alteridad persa y, por oposición, se vieron a sí mismos.
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EVOLUCION DE LA FAMILIA Y EL MATRIMONIO

Hacia el siglo IV, las pautas europeas de matrimonio y de parentesco experimentaron una transformación radical. La Europa cristiana rompió con su propio pasado y estableció unas prácticas que se separaron claramente de las vigentes en el Próximo Oriente, el norte de África y Asia. En esta obra, Jack Goody defiende que desde el siglo IV se desarrolló en el norte del Mediterráneo un sistema de parentesco peculiar, cuya implantación puede atribuirse a la acumulación por parte de la Iglesia de propiedades, ya que reguló unas normas de matrimonio que permitían canalizar la riqueza desde el medio familiar hacia la institución eclesiástica. Al mismo tiempo, la estructura de la vida doméstica se vio totalmente alterada al insistir la Iglesia en la voluntad del individuo, en la pareja conyugal y en el parentesco artificial por encima de los tradicionales lazos naturales.
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