Abel Brodersen es hijo de un farero y una alcohólica que vive confinado en una minúscula isla de la pequeña población en la que viven. Son los primeros años del siglo XX y las restricciones propias del lugar y el particular carácter de Abel, terriblemente pasivo pero al mismo tiempo ambicioso y soñador, lo convierten en un personaje curioso que se resiste a asentar la cabeza. Jamás renuncia a abandonar sus expectativas de futuro y emigrará a Estados Unidos para huir de un mundo monótono y ruin.
A su regreso se encuentra con un pueblo con dificultades económicas que tiene grandes esperanzas depositadas en él. Pero Abel, que no pretende vivir una vida lujosa, solo anhela regresar a su añorado Kentucky.