Desde la ventana tambien miré una hoja seca que arrastraba el viento procedente del norte, y el viento que venía del sur la embestía con la misma fuerza hasta regresarla al lugar de origen. La vi transformada por el tiempo, pero pensé, aún sigue siendo materia.
Seguí ensimismado en el accionar de la calle. La vendutera con su batea a la cabeza, levantaba la voz para imponerse a la del pregonero que arrastraba su carreta repleta de mercancías frescas, las que ofrecía a quienes se acercaban a comprar unas que otras frutas, vegetales...
Cansados ya mis ojos con el movimiento de tanta gente, extendí la vista hacia el horizonte. Por más que quise enfocar el lente, la línea permanecía oblicua, con elementos que ascendían desde la superficie hasta la cima, desde la tierra hasta el cielo. Ahí pude verme, escalando peldaños.